Análisis : GPO
¿Apuesta por la riqueza?
Las tendencias actuales en la economía de la pesca, encarnadas en las doctrinas del Banco Mundial, promueven religiosamente el mercado libre de derechos de pesca
El autor de este artículo es Menakhen-Ben Yami (benyami@atcom.net.il), asesor de pesca afincado en Tel Aviv, Israel
En la última década el Banco Mundial (BM) ha mostrado un interés creciente por la pesca. En 2005 el BM, junto con otros donantes y partes interesadas, creó el Programa Mundial para la Pesca (GPO-PROFISH) y en 2009, para ampliar sus intervenciones en el sector pesquero, otra alianza mundial llamada Alianza para la Pesca Responsable (ALLFISH).
El PROFISH fue fundado para responder al hecho de que alrededor del 40% de la producción pesquera mundial se exporta de países pobres a países ricos. Según el BM, “en PROFISH nuestra misión consiste en promover y facilitar la contribución de la pesca y la acuicultura al crecimiento económico sostenible, la mejora de la nutrición, la apertura de oportunidades económicas para la mujer, y la reducción de la pobreza” mediante “el apoyo a una globalización incluyente y sostenible, la consolidación del crecimiento con el respeto del medioambiente, y la creación de oportunidades y esperanza para...
Análisis : GPO
¿Apuesta por la riqueza?
Las tendencias actuales en la economía de la pesca, encarnadas en las doctrinas del Banco Mundial, promueven religiosamente el mercado libre de derechos de pesca
El autor de este artículo es Menakhen-Ben Yami (benyami@atcom.net.il), asesor de pesca afincado en Tel Aviv, Israel
En la última década el Banco Mundial (BM) ha mostrado un interés creciente por la pesca. En 2005 el BM, junto con otros donantes y partes interesadas, creó el Programa Mundial para la Pesca (GPO-PROFISH) y en 2009, para ampliar sus intervenciones en el sector pesquero, otra alianza mundial llamada Alianza para la Pesca Responsable (ALLFISH).
El PROFISH fue fundado para responder al hecho de que alrededor del 40% de la producción pesquera mundial se exporta de países pobres a países ricos. Según el BM, “en PROFISH nuestra misión consiste en promover y facilitar la contribución de la pesca y la acuicultura al crecimiento económico sostenible, la mejora de la nutrición, la apertura de oportunidades económicas para la mujer, y la reducción de la pobreza” mediante “el apoyo a una globalización incluyente y sostenible, la consolidación del crecimiento con el respeto del medioambiente, y la creación de oportunidades y esperanza para las personas”.
Robert Zoellick, ejecutivo de la banca que hasta 2012 fue presidente del BM y asistió a la formación de la estrategia de la Alianza Mundial para los Océanos (GPO en sus siglas inglesas), pensó que el mundo necesitaba una llamada de SOS (Save our Seas) para salvar los mares. Primeramente, porque el pescado es la principal fuente de proteínas animales para 400 millones de habitantes de los países más pobres, y en segundo lugar porque en los países en desarrollo alrededor de 200 millones de personas se ganan la vida de la pesca y la acuicultura y más del 75% de las pesquerías mundiales se encuentran completamente explotadas o sobreexplotadas. En sus propias palabras, “la pesca mundial está en crisis”.
Más recientemente, el BM inventó un nuevo concepto: el “enfoque basado en la riqueza” (WBA) para la gestión pesquera. De manera que las aproximaciones del Banco a la pesca son GPO, PROFISH, ALLFISH, SOS y ahora también el WBA. El multifacético vocabulario del BM puede confundir el oído de un pescador, desconocedor de la jerga académica o burocrática. Todas estas siglas, en realidad, simbolizan un único fenómeno: la privatización de los derechos de pesca.
Ahora bien, el BM no lo admite explícitamente. Alude al “mal gobierno y la degradación medioambiental de los hábitats de la pesca en zonas críticas como las aguas de bajura o los arrecifes coralinos, que son las principales causas de la sobreexplotación insostenible de los caladeros y de la pobreza en las comunidades que dependen de la pesca”, así como al “desarrollo a favor de los pobres”. Si los desembarcos de la pesca extractiva apenas aumentan, ¿cómo pretende el BM crear medios de sustento y mejorar la seguridad alimentaria y la nutrición gracias a la pesca?
Mal gobierno
Si no hacemos nada para corregir el mal gobierno causante del exceso de capacidad pesquera, la sobrepesca, la mengua de los caladeros y el estancamiento de las capturas, como dice el BM, únicamente queda recurrir a la acuicultura, que actualmente ya suministra alrededor de la mitad de toda la producción pesquera y crece a ritmo acelerado. El BM opina que la acuicultura es capaz de “recuperar la riqueza perdida en la pesca extractiva”. Los importantes escollos a los que se enfrenta la acuicultura con su rápido crecimiento, como los ciclos de expansión y contracción o los problemas medioambientales pueden superarse con “una gobernanza mejorada, una cuidadosa planificación y un acceso a la información, la tecnología y el capital”.
En opinión del BM, se necesita es un buen gobierno de los recursos continentales y marinos, y así mejorará “la seguridad alimentaria, la nutrición, la diversidad biológica, la igualdad de género y la resistencia de las comunidades, amén de mitigar el cambio climático”. El BM añade también que “las ganancias netas posibles de la buena gobernanza de la pesca extractiva ascenderían a unos 50.000 millones de dólares anuales mejorando meramente la eficiencia de la producción. Si se añaden las ganancias de mercado, superarían los 100.000 millones anuales”.
Bonitas palabras del BM, que sostiene ser “una fuente para atraer financiación, con acceso a autoridades, funcionarios y altos cargos de desarrollo cuyas decisiones inciden en la gobernanza de la industria pesquera”, que posee “un poder de convocatoria sin parangón, que llama a consulta a representantes gubernamentales, donantes y otras partes interesadas” y que extiende su mano “al sector privado y a otras organizaciones para formar alianzas estratégicas”.
El BM cree que “debido al carácter comunitario en la propiedad del sector pesquero, las externalidades de la acuicultura, los problemas de la ordenación nacional e internacional del mar y los vínculos entre fiscalidad y desarrollo sostenible de la pesca”, tanto la pesca extractiva como la acuicultura “necesitan hacer hincapié en la gobernanza”. Son problemas que van más allá del sector pesquero, de manera que los acuerdos de gobernanza de la pesca “a menudo reclaman ser abordados en un contexto institucional más amplio”.
¿Qué significa exactamente esta palabrería del BM? ¿Qué quiere decir cuando habla de “buen gobierno”? ¿Está definido claramente el concepto en las publicaciones de la institución o es una expresión arcana que esconde un desagradable misterio?
En lo que respecta a la acuicultura, parece que el “buen gobierno” significa para el BM asegurar la tenencia de las tierras y las aguas. El Banco no especifica cómo, pero probablemente implica privatizar los recursos territoriales y acuáticos donde se instalan las piscifactorías. En la pesca extractiva significa más bien “controlar el problema del libre acceso”, es decir, el acceso a los caladeros, las poblaciones y los derechos de pesca, utilizando “derechos y responsabilidades bien diseñados y reformas legislativas”. Una vez más, todos estos derechos y normas “bien diseñados” no son sino eufemismos de privatización.
Según Zoellick, los países deben entender “el valor pleno de la riqueza del océano y los servicios ecosistémicos”. Según afirma, “no podemos administrar lo que no podemos medir”, contradiciendo la opinión de Albert Einstein, que decía que “no todo lo que cuenta se puede contar y no todo lo que se puede contar cuenta”.
Medir los beneficios económicos constituye la principal herramienta del BM para la ordenación de los ecosistemas marinos, mientras que los impuestos y las subvenciones sirven como incentivos o desincentivos para la implantación de enfoques regidos por derechos.
El BM se propone que el sector pesquero, en vez de perder anualmente unos 5.000 millones de dólares, pase a lograr “un beneficio anual neto de entre 20.000 y 30.000 millones”. Un importante banquero norteamericano, socio de PROFISH, declaraba a Reuters que “la clave del éxito de esta alianza será el nuevo mecanismo de mercado que valora el capital natural y puede atraer financiación privada”.
Resulta difícil encontrar una descripción sencilla del concepto de “buen gobierno” del BM, si descontamos pistas como la siguiente: “…la necesidad de un marco institucional que proporcione seguridad a las inversiones, un uso exclusivo, un marco para el comercio, un entorno propicio para la innovación y la capacidad de administrar”.
Es evidente que la iniciativa del BM y PROFISH consiste en más privatización, más cuotas pesqueras comercializables, ya sean cuotas individuales transferibles (CIT) o participaciones de captura, y más traspaso de derechos de pesca de los pescadores de pequeña escala y sus empresas familiares hacia empresas de mayor escala que puedan producir una mayor “renta económica”: más lucro, hablando en plata.
En líneas generales las CIT favorecen a los más ricos e invariablemente llevan a un apartamiento gradual de las empresas individuales o familiares y más tarde o más temprano los derechos pesqueros se acumularán en las manos de empresas pesqueras especializadas o grandes corporaciones para las que la pesca es uno más de sus numerosos negocios.
En último término esto ocurre aun cuando existan iniciativas legislativas para poner topes a la adquisición de cuotas. De manera que, aunque las CIT puedan suponer una solución apta para las pesquerías accesibles a grandes embarcaciones, que exigen fuertes inversiones, la introducción del sistema en pesquerías mixtas o de pequeña escala tiene consecuencias socioeconómicas y políticas.
Semánticamente, el mero título del último concepto del Banco, WBA, sugiere la idea de que la riqueza es esencial para el buen gobierno y la correcta administración. Sin embargo, la “riqueza” puede definirse de varias maneras según el contexto donde se aplique. En fin, tampoco hay que darle muchas vueltas: el BM quiere que los ricos gobiernen la pesca. Es un error confundir riqueza con ingresos, porque se puede ser rico sin ganar mucho dinero, o ganar mucho dinero sin ser rico: si los gastos también son grandes, la riqueza se estanca o se pierde. Según la Asociación Internacional de Investigación de Ingresos y Riqueza, “hay más desigualdad en la distribución mundial de riqueza que en la de ingresos”.
Un estudio del BM titulado “Millones sumergidos” calculaba que se pierden alrededor de 50.000 millones de dólares anuales por “la sobrepesca y las subvenciones” de una ordenación orientada a la producción y unos derechos de uso defectuosos. Se supone que el WBA sirve como “principio rector” de la política y la ordenación pesqueras, a fin de “aumentar la renta del recurso”.
En román paladino, esto significa que el WBA intenta maximizar los beneficios totales derivados de la pesca. El BM insinúa que los beneficios revierten en su totalidad “en provecho macroeconómico de la sociedad”, sin que sepamos tampoco qué significa esto. Al WBA le da igual cómo y quién se reparte la riqueza así creada, o si la “renta del recurso” revierte en los pescadores y pequeños armadores, proporcionando un medio de vida a sus familias y haciendo prosperar sus empresas en las comunidades, o si irá a dos o tres empresas propiedad de potentados.
El WBA parece contradecir asimismo el acceso libre y abierto a la pesca, lo que conlleva una reducción del esfuerzo pesquero y, en aras de la eficiencia económica, la aplicación de políticas que no distinguen entre pequeña y gran escala. Cabe preguntarse cómo podrán estas medidas redistribuir la riqueza en provecho de los más pobres.
Gestión pesquera
Después de decenios de experiencia en desarrollo y ordenación pesqueros en varios países de África, Asia, Europa, Latinoamérica y el Caribe, no puedo sino sugerir el camino opuesto: en vez de intentar maximizar el lucro en aras de esos oscuros “beneficios macroeconómicos”, sobre todo en el mundo en desarrollo, el enfoque correcto consiste en asignar los beneficios de la pesca maximizando el número de personas y familias que se ganan la vida de ella.
Cuando intervine en el Taller sobre pesca con bajo consumo energético de la India, celebrado en Cochi en 1991, destaqué los principios que en mi opinión deberían regir el reparto de recursos:
- Todo el pescado que pueda ser capturado por pescadores artesanales debe ser capturado exclusivamente por pescadores artesanales;
- Todo el pescado que no pueda ser capturado por pescadores artesanales pero pueda serlo por pescadores comerciales de pequeña escala, debe ser capturado exclusivamente por pescadores comerciales de pequeña escala;
- Todo el pescado que no pueda ser capturado por pescadores comerciales de pequeña escala pero pueda serlo por pescadores comerciales de mediana escala, debe ser capturado exclusivamente por pescadores comerciales de mediana escala, y
- Únicamente podrán asignarse a las flotas industriales de gran escala los recursos que no estén accesibles para ninguno de los sectores anteriores, o que no puedan ser razonablemente capturados, tratados y transformados por ellos.
Este “principio rector” será objeto de críticas, sin duda, por los partidarios del WBA. Pero no creo ser el único disconforme con ellos, ya que el concepto de maximización de la renta, sobre todo con las CIT, suele conducir al dominio de las empresas más ricas y poderosas, a expensas de las pequeñas. Daniel Bromley alega que evitar la “disipación de la renta” equivale simplemente a “generar beneficios excesivos para las afortunadas empresas que no fueron expulsadas por las medidas de racionalización”.
Conceder derechos de pesca a quienes heredaron o acumularon riqueza puede conseguir una mayor “renta económica total”, pero ¿qué ocurre con el valor de la pesca en el mantenimiento de los medios de sustento y la seguridad alimentaria? Christophe Béné, que ha publicado varias monografías sobre el tema, sobre todo en el contexto africano, alega que aunque una pesquería no genere riqueza (renta), no significa necesariamente que carezca de valor, y que “el enfoque basado en la riqueza oculta significativamente la contribución real de la pesca artesanal a la subsistencia y la seguridad alimentaria de millones de africanos”.
El WBA sigue la tendencia dominante en la doctrina económica occidental de la pesca que promueve religiosamente el libre mercado de derechos pesqueros, mediante técnicas como las CIT, estimulando su concentración en las manos de unos pocos, los más poderosos, y la exclusión de los operadores privados de pequeña escala.
Más información
www.globalpartnershipforoceans.org/sites/oceans/files/images/Framework_Document_GPO_web.pdf
Alianza Mundial a favor de los Océanos
siteresources.worldbank.org/EXTARD/Resources/336681-1224775570533/2011StrategicVision.pdf
Programa Mundial para la Pesca: visión estratégica para la pesca y la acuicultura