Islas del Pacífico / Conservación
AMP 30/30
El afán por proteger los mares no debe aplastar el aliento democrático que ha permitido a pequeñas naciones insulares mejorar el sector pesquero sin menoscabo ecológico
El autor de este artículo es Hugh Govan (hgovan@gmail.com), asesor técnico de la Red de Áreas Marinas de Gestión Local (LMMA)
Quisiera compartir algunas preocupaciones en torno al peligro que se cierne sobre la ordenación pesquera de las islas del Pacífico, su principal fuente autónoma de ingresos. Continuamente se reclama que de aquí a 2030 los países reserven el 30% de sus aguas como áreas marinas protegidas (AMP), algo que suena sospechosamente simplista. Existen numerosas áreas conservadas por comunidades locales y así se pone en peligro la posibilidad de que los estados insulares del Pacífico puedan conservar una zona multinacional protegida por las comunidades indígenas.
Las islas del Pacífico están formadas por 14 naciones gobernadas desde su independencia por sus habitantes indígenas, cubriendo una superficie de océano que es 300 veces mayor que la de tierra firme. A caballo entre grandes extensiones oceánicas, aquí la vida siempre ha dependido de un profundo conocimiento ancestral y unos sistemas de derechos tradicionales...
Islas del Pacífico / Conservación
AMP 30/30
El afán por proteger los mares no debe aplastar el aliento democrático que ha permitido a pequeñas naciones insulares mejorar el sector pesquero sin menoscabo ecológico
El autor de este artículo es Hugh Govan (hgovan@gmail.com), asesor técnico de la Red de Áreas Marinas de Gestión Local (LMMA)
Quisiera compartir algunas preocupaciones en torno al peligro que se cierne sobre la ordenación pesquera de las islas del Pacífico, su principal fuente autónoma de ingresos. Continuamente se reclama que de aquí a 2030 los países reserven el 30% de sus aguas como áreas marinas protegidas (AMP), algo que suena sospechosamente simplista. Existen numerosas áreas conservadas por comunidades locales y así se pone en peligro la posibilidad de que los estados insulares del Pacífico puedan conservar una zona multinacional protegida por las comunidades indígenas.
Las islas del Pacífico están formadas por 14 naciones gobernadas desde su independencia por sus habitantes indígenas, cubriendo una superficie de océano que es 300 veces mayor que la de tierra firme. A caballo entre grandes extensiones oceánicas, aquí la vida siempre ha dependido de un profundo conocimiento ancestral y unos sistemas de derechos tradicionales sobre estas costas. Los sistemas de derechos se han extendido oficialmente, transformándose en las zonas económicas exclusivas (ZEE) de los estados insulares, desde la aprobación de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (CNUDM) de 1982 y la independencia.
Las poblaciones migratorias de atún constituyen uno de los principales recursos oceánicos de la zona: más de la mitad de la población mundial de atún atraviesa las ZEE colindantes de estos países. Hasta 2010 este grupo de estados era explotado sin piedad por lejanas potencias pesqueras en un sistema respaldado por las grandes naciones desarrolladas. De esta manera las islas del Pacífico se quedaban con menos del 10% del valor producido.
Riquísimos caladeros
En las zonas costeras, las comunidades de las islas del Pacífico han sido capaces de demostrar al mundo que apoyándose en derechos locales sobre las aguas de bajura y utilizando una combinación de modelos tradicionales y modernos se pueden sentar bases sólidas para la ordenación pesquera de la región. Millares de comunidades llevan ya esta filosofía a la práctica en mayor o menor medida. Hay constancia de que casi un millar de entre ellas lo hacen y no hay razón para que las demás no lo hagan en el futuro si aún no la practican. Los principales ingredientes de la fórmula son reconocer los derechos locales, empoderar a las comunidades locales trabajando a partir de sus necesidades y capacidades, y no recetar soluciones desde fuera. La conservación y la administración de estas zonas “pertenecientes” a las comunidades es posible pero si se puede hacer una generalización, entonces habría que lograr una gestión adecuada del 100% de la zona: limitarse al 30% sería injusto y no tiene sentido ecológico ni organizativo. ¿Qué ocurriría con el 70% restante?
En una auténtica revolución que refleja la experiencia tradicional en las aguas de bajura, las naciones insulares por cuyas aguas circulan los atunes se han apoyado en los actuales regímenes de derechos, avalados por la CNUDM, escogiendo métodos de gestión que responden a sus objetivos, que no son necesariamente los mismos que proponen los “expertos”. También han puesto en común sus ZEE para establecer un sistema de gestión compartida aplicable a todos los bancos de atún que atraviesan la región. La herramienta escogida es el Sistema de Limitación de Días de Pesca, un método de control del esfuerzo pesquero utilizado por los países conocidos como Partes del Acuerdo de Nauru.
El sistema es similar a un cartel, y permite a las naciones insulares establecer normas y precios que las empresas pesqueras deben aceptar si desean acceder estos caladeros que están entre los más abundantes del mundo. El sistema es tan eficaz que en menos de diez años las rentas procedentes de las tasas de acceso se han quintuplicado hasta alcanzar el 25% del valor del pescado. Por si fuera poco, también ha permitido a estos países prohibir la pesca en algunas zonas de alta mar, como una de las condiciones de acceso. Esto es importante, ya que en alta mar es difícil lograr que las normas se cumplan, y la explotación de estas zonas no aportaría beneficios a los estados insulares. Hasta ahora, la sostenibilidad de las cuatro principales poblaciones de atún se mantiene estable, según los expertos.
De momento este sistema es el mejor método para manejar estas poblaciones de atún. Las cuotas han fracasado, al igual que en otros sitios, y las AMP no sirven para especies altamente migratorias. Una de las preocupaciones clave consiste en restringir aun más, o incluso prohibir totalmente, la pesca en alta mar, donde el régimen es menos estricto y la fiscalización por parte de los estados insulares es difícil. Así que se están desplegando esfuerzos considerables para que la pesca siga siendo atractiva en las ZEE. Lo ideal sería que las negociaciones actuales sobre la alta mar pudieran restringir fuertemente la pesca en esas aguas o incluso declararlas como AMP al 100%.
La amenaza de la pesca industrial sobre el atún y otras especies migratorias en la ZEE puede contrarrestarse amplia y eficazmente mediante una regulación estricta de la pesca y una plena cobertura de observadores. Aparte de algunas pequeñas zonas de interés específico (montes submarinos), las principales amenazas a estas enormes extensiones oceánicas también son transfronterizas, como el impacto del calentamiento global o la contaminación. En estos países, necesitados de ingresos, no tiene sentido crear grandes AMP, si se comparan con otras opciones de gestión y con la necesidad de centrar el interés en las áreas de bajura, de vital importancia y enorme diversidad biológica, donde las comunidades locales pescan para sobrevivir.
Por si esto fuera poco, retirar del régimen de gestión comunal compartida una proporción significativa (el 30% o más) de las ZEE reduce el incentivo de permanecer en el marco del Acuerdo de Nauru para los pescadores, ya que disminuye el volumen de recursos que las naciones insulares pueden ofrecer. En estas condiciones, probablemente el esfuerzo se desviaría a aguas de alta mar, menos controladas, donde solo las grandes multinacionales o los países ricos podrían sacar partido a los bancos de atún, rompiéndose así el sistema de Nauru.
Resulta frustrante observar que las organizaciones conservacionistas no hayan encargado estudios públicos para comprobar o refutar estos datos antes de promover un enfoque que afecta de forma desproporcionada a las pequeñas naciones insulares. Claro está, una solución simplista permite hacer campañas impactantes, pero el potencial de solidaridad y cooperación en torno a los principales problemas de los océanos queda menoscabado por la falta de debate o de sensibilidad ante el deseo de estas naciones por alcanzar la sostenibilidad por sí mismas y de paso reducir su dependencia de los “benefactores” externos.
Espero con impaciencia poder discutir todo esto. A los que reclaman transformar el 30% de los océanos o el 30% de las tierras en zonas protegidas, les pediría un poco de moderación, hasta que se hayan resuelto estos problemas.
Descargando atún en el muelle de Mua-i-walu en Fiyi. La amenaza de la pesca industrial sobre el atún y otras especies migratorias en la ZEE puede contrarrestarse amplia y eficazmente mediante una regulación estricta de la pesca y una plena cobertura de observadores.
Las islas del Pacífico están formadas por 14 naciones gobernadas desde su independencia por sus habitantes indígenas, cubriendo una superficie de océano que es 300 veces mayor que la de tierra firme.
Más información
https://www.usp.ac.fj/fileadmin/files/Institutes/piasdg/SGDIA/SGDIA_WP_Series_2017/SGDIA_WP3_-_Brief_-_Hugh_Govan-Final1.pdf
De las áreas marinas de gestión local a los océanos conservados por las comunidades
https://drive.google.com/file/d/0B0_H-Pi4pRUucm1Xa3pGSVo3dlU/view
Explotación minera en el AMP de las Islas Cook
https://www.theguardian.com/world/2020/feb/27/palaus-marine-sanctuary-backfires-leading-to-increased-consumption-of-reef-fish
El efecto contraproducente del santuario marino de Palaos: aumenta el consumo de peces de arrecife
https://isidore.science/document/10670/1.qugfj4
La otra cara de las áreas marinas protegidas de gran escala en el océano Pacífico