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SAMUDRA Report

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0974–0007
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septiembre
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2020
Samudra Revista Núm. 83, Septiembre 2020
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Análisis / Nutrición
El pescado como alimento
El proceso democrático internacional ha reconocido el papel del pescado en el derecho a la alimentación y la nutrición, pero todavía hay que definir la hoja de ruta
Las autoras de este artículo son Molly Ahern (Molly.Ahern@fao.org), especialista en seguridad alimentaria y nutrición, y Ana Maria Suarez Dussan (ana.suarezdussan@fao.org, especialista en derechos humanos. Las opiniones recogidas en este artículo son las de sus autoras y no reflejan necesariamente la postura de la FAO.
Aunque el siglo pasado ha alumbrado numerosos avances socioeconómicos y mejoras en el bienestar humano en el mundo entero, todavía queda mucho por hacer hasta alcanzar el objetivo último de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), “un mundo sin hambre ni malnutrición en el que la alimentación y la agricultura contribuyan a mejorar los niveles de vida de todos sus habitantes, especialmente los más pobres y marginados, de forma sostenible desde el punto de vista económico, social y ambiental”.
La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, a través de sus Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) respalda la misión de la FAO y urge al mundo entero a terminar con el hambre y la...
Análisis / Nutrición
El pescado como alimento
El proceso democrático internacional ha reconocido el papel del pescado en el derecho a la alimentación y la nutrición, pero todavía hay que definir la hoja de ruta
Las autoras de este artículo son Molly Ahern (Molly.Ahern@fao.org), especialista en seguridad alimentaria y nutrición, y Ana Maria Suarez Dussan (ana.suarezdussan@fao.org, especialista en derechos humanos. Las opiniones recogidas en este artículo son las de sus autoras y no reflejan necesariamente la postura de la FAO.
Aunque el siglo pasado ha alumbrado numerosos avances socioeconómicos y mejoras en el bienestar humano en el mundo entero, todavía queda mucho por hacer hasta alcanzar el objetivo último de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), “un mundo sin hambre ni malnutrición en el que la alimentación y la agricultura contribuyan a mejorar los niveles de vida de todos sus habitantes, especialmente los más pobres y marginados, de forma sostenible desde el punto de vista económico, social y ambiental”.
La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, a través de sus Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) respalda la misión de la FAO y urge al mundo entero a terminar con el hambre y la malnutrición. Los 17 ODS y sus respectivas metas están estrechamente vinculados entre sí, de ahí que convenga analizarlos de manera holística. Abarcan asuntos de lo más variado, desde la seguridad alimentaria y la nutrición hasta la explotación sostenible de los recursos naturales. Por ejemplo, el ODS 2 es “hambre cero” y la meta correspondiente recuerda la importancia de hacer realidad paulatinamente el derecho humano a una alimentación adecuada. El ODS 14, “vida submarina”, reconoce la importancia del acceso a los recursos pesqueros y similares y del apoyo a la pesca artesanal, concretamente con la meta 14b que alude al “acceso de los pescadores artesanales de pequeña escala a los recursos marinos y los mercados”. Los ODS se basan en principios de derechos humanos y aspiran a “hacer realidad los derechos humanos de todas las personas”.
El derecho humano al alimento se hace realidad cuando las personas, como individuos o como miembros de una comunidad, tienen acceso a alimentos adecuados o medios para obtenerlos. La capacidad que tiene una persona de alimentarse a partir de recursos naturales es un ingrediente importante de este derecho. Claro está que el pescado y los recursos acuáticos inciden directamente en el derecho a una alimentación adecuada, no solo para aquellos que dependen de los recursos acuáticos para comer y ganarse la vida, sino también para satisfacer las necesidades nutricionales de las poblaciones vulnerables, vivan cerca o lejos de los recursos pesqueros.
La inclusión del pescado en la dieta contribuye a un buen desarrollo físico y cognitivo y a la lucha contra lacras como la malnutrición, la hiponutrición, la falta de micronutrientes, la hipernutrición y otros problemas de salud en forma de enfermedades no transmisibles. El pescado es rico en nutrientes: contiene ácidos grasos omega-3 como el ácido eicosapentaenoico (EPA) y el ácido docosahexaenoico (DHA), vitaminas B12, D y A, minerales como el calcio, el hierro, el zinc y el yodo. Además es una fuente importante, y a menudo bastante asequible, de proteína animal. El pescado es la única fuente natural de yodo, que regula la función de la tiroides y reduce el riesgo de enfermedades como el bocio. El pescado ha sido reconocido por el Grupo de alto nivel de expertos (HLPE por sus siglas en inglés) como una fuente extraordinaria de ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga, que permiten el desarrollo cognitivo, previenen enfermedades cardiovasculares y reducen los niveles de colesterol.
Nutrición asequible
Estos importantes nutrientes se encuentran a disposición de las poblaciones con problemas alimentarios gracias al consumo de pequeñas especies pelágicas como la anchoa o la sardina, que normalmente tienen precios asequibles y suelen comerse enteros, con espinas, vísceras y ojos incluidos, y así aportan más micronutrientes que cuando se consume solo la carne limpia, amén de mejorar la absorción de minerales como el hierro y el zinc de origen vegetal. Si se conservan adecuadamente, los nutrientes del pescado y sus productos pueden llegar hasta comunidades que viven lejos de los ríos o mares. Por si fuera poco, el pescado puede transformarse en productos apetecibles, asequibles y ricos en nutrientes, contribuyendo así a lograr la ingesta recomendada de nutrientes para grupos con vulnerabilidad nutricional, como las mujeres embarazadas o lactantes, los recién nacidos y los niños pequeños, aunque se tomen en pequeñas cantidades.
El Informe sobre el estado mundial de la pesca y la acuicultura de la FAO (Informe SOFIA) de 2020 calcula que en 2018 la producción pesquera mundial alcanzó los 179 millones de toneladas. Más del 87% (156 millones de toneladas) se destinó al consumo humano, lo que nos da un consumo medio de 20,5 kg anuales de pescado per cápita. El consumo mundial de alimentos de la pesca ha aumentado un 3,1% anual entre 1961 y 2017, un ritmo que casi duplica el del crecimiento demográfico mundial, de 1,6% para el mismo período. Es mayor que el aumento de producción de cualquier otra proteína de origen animal. En varias comunidades de países en desarrollo, el pescado es la principal o única fuente de proteínas animales y micronutrientes, representando hasta el 70% de la ingesta de proteína animal en algunos países ribereños o insulares.
Ahora bien, es importante lograr una explotación y ordenación sostenible de los recursos acuáticos, para que puedan dar seguridad alimentaria y nutritiva y aliviar la pobreza, hoy y el día de mañana. Con este fin, la FAO respaldó la preparación de instrumentos como las Directrices voluntarias en apoyo de la realización progresiva del derecho a una alimentación adecuada en el contexto de la seguridad alimentaria nacional (Directrices sobre el derecho a la alimentación) y las Directrices voluntarias para logras la sostenibilidad de la pesca en pequeña escala en el contexto de la seguridad alimentaria y la erradicación de la pobreza (Directrices PPE), para apoyar a las pesquerías artesanales y las comunidades donde se practican, velar por que se respete su derecho a la alimentación y empoderar a las comunidades con instrumentos adecuados para satisfacer las necesidades de nutrición y sustento de los pueblos de la pesca artesanal, así como las necesidades nutricionales de otras comunidades, al tiempo que se protege la sostenibilidad de los recursos.
El derecho humano a la alimentación está reconocido en el artículo 11 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, que obliga a los países signatarios a garantizar el acceso económico y físico de todas las personas a una alimentación adecuada en cantidad y calidad. Los Estados deben cumplir sus obligaciones de respetar, proteger y hacer realidad este derecho para todos sus ciudadanos, incluidas las comunidades pesqueras marginales. También deben garantizar la participación, la rendición de cuentas y el acceso a recursos eficaces en todos los niveles y etapas de la ejecución práctica de la realización progresiva del derecho a la alimentación.
El Mecanismo Experto de la ONU sobre el derecho a la alimentación ha documentado que el pescado forma una parte importante del derecho a la alimentación y la garantía de la seguridad alimentaria, la nutrición y los medios de ganarse la vida. El antiguo Relator Especial de la ONU sobre el tema, Oliver de Schutter, describía, en su informe de 2012, “la conexión explícita que existe entre el derecho al alimento y los derechos de los productores de alimentos a un acceso justo a recursos como el pescado y el agua”. Por añadidura, analizaba dos conceptos del derecho al alimento: “alimento adecuado” y “libre de hambre”, destacando la importancia del pescado como fuente de proteínas y oligoelementos, especialmente para las personas pobres.
El informe De Schutter puso bajo los focos numerosas investigaciones sobre la importancia del consumo de pescado, no solo en la lucha contra el hambre, sino también contra las deficiencias de micronutrientes, especialmente gracias al consumo de peces pequeños, asequibles para los más pobres: son productos ricos en vitaminas y minerales, especialmente si se consumen enteros. Por demás, el ritmo estacional de la pesca en las comunidades rurales es diferente al de la agricultura, así que el pescado permite diversificar los medios de sustento y paliar las vulnerabilidades derivadas de la escasez estacional de alimento.
El reconocimiento del pescado como alimento en el contexto internacional de los derechos humanos, mediante los procedimientos especiales del Consejo de Derechos Humanos de la ONU marca un avance significativo, al reconocer y visibilizar la importancia del pescado para la subsistencia de las comunidades rurales más pobres. Al mismo tiempo, respalda el trabajo realizado por la FAO, el Comité de Seguridad Alimentaria Mundial (CSA) y el Comité de Pesca (COFI) de la FAO en este sentido, así como el fomento de mecanismos incluyentes y participativos para que los estados adopten marcos jurídicos y políticos y estrategias alimentarias nacionales, donde se escuche la voz de los pobres y marginados y existan dispositivos y procesos claros para su protección y observancia.
En 2014, el CSA encargó al HLPE un estudio sobre le papel de la pesca sostenible, incluida la de pequeña escala, y de la acuicultura en la seguridad alimentaria y nutritiva. El informe del HLPE señala que el pescado solo se incluye de forma marginal en los debates sobre seguridad alimentaria y, aunque la importancia nutricional del pescado está ampliamente reconocida, no se menciona con mucha frecuencia en el discurso sobre seguridad alimentaria y sistemas de producción de alimentos. Hasta hace poco, el debate sobre la seguridad alimentaria se centraba en la disponibilidad y acceso a los alimentos de base y giraba en torno a los sistemas de producción de alimentos terrestres, mientras que el valor nutritivo del pescado y los demás alimentos acuáticos se pasaba por alto o se trataba en un capítulo aparte: lo “verde” separado de lo “azul”. De la misma manera, antes del informe del HLPE de 2014, la FAO contemplaba la pesca y el pescado desde la óptica de la ordenación de los recursos y no desde la seguridad alimentaria y nutritiva.
Directrices PPE
En 2014, el mismo año del informe HLPE, el COFI aprobaba sus Directrices PPE. Representan un espaldarazo de visibilidad, reconocimiento y destaque del papel de la pesca de pequeña escala en la seguridad alimentaria y la nutrición, contribuyendo a la eliminación del hambre y la pobreza y en último término ayudando a hacer realidad el derecho al alimento y otros derechos humanos.
El informe HLPE y las Directrices PPE son hitos destacados por reconocer al pescado como una fuente vital de alimento. El HLPE presentó recomendaciones a los Estados miembros y a la FAO para que integrasen el pescado dentro de sus programas y estrategias de seguridad alimentaria y nutritiva. Esas recomendaciones también destacan la importancia de la producción de pequeña escala y la integración del pescado en las políticas sobre nutrición, a través, por ejemplo, de programas de licitación pública destinados a productores de pequeña escala.
Apoyándose en el informe HLPE y en las Directrices PPE, la FAO ha realizado investigaciones, preparado documentos técnicos, organizado programas en colaboración con gobiernos nacionales, y ha recomendado que todo su trabajo estratégico tenga en cuenta la importancia nutricional del pescado. Vale la pena pasar revista a algunos ejemplos del trabajo que la FAO ha llevado a cabo y que sigue apoyando en este marco.
Existen cada vez más pruebas de que la inclusión de pescado en los primeros 1.000 días de vida de una persona (desde la concepción hasta el segundo cumpleaños) incide positivamente en su desarrollo físico y cognitivo, tanto en términos de crecimiento lineal como en casos de malnutrición aguda. En este período son especialmente importantes la buena nutrición materna durante el embarazo y la lactancia, y las prácticas correctas de alimentación infantil, empezando a introducir alimentos complementarios a partir del sexto mes de vida.
La aplicación sinérgica de las Directrices PPE y las Directrices sobre el derecho a la alimentación pueden impulsar y respaldar la idea de la importancia nutritiva del pescado durante los primeros mil días de vida. Por ejemplo, las Directrices PPE tienen como primer objetivo “mejorar la aportación de la pesca a la seguridad alimentaria y la nutrición mundiales, así como apoyar la realización del derecho a una alimentación adecuada”, mientras que las Directrices sobre el derecho a la alimentación defienden el establecimiento de métodos que, teniendo en cuenta las costumbres dietéticas y alimentarias de cada cultura, promuevan la seguridad alimentaria y la ingesta de alimentos nutritivos, haciendo especial hincapié en las necesidades nutricionales de los niños y niñas, los lactantes y las mujeres embarazadas.
El pescado tiene mucho que aportar a una nutrición ideal mediante estos enfoques basados en los primeros mil días, por su perfil nutritivo incomparable. Un estudio reciente indicaba un aumento del contenido de ácidos grasos en la leche de las mujeres lactantes que comían pescado, algo que incide positivamente en el desarrollo cognitivo, con presencia de un cociente intelectual más alto en fases posteriores. Además de la lactancia materna exclusiva, la Estrategia Mundial de la ONU y de UNICEF para la alimentación del lactante y el niño pequeño recomienda la introducción de alimentos complementarios baratos, de preparación casera con ingredientes locales a partir del sexto mes de vida. Estudios recientes, sobre todo en Bangladesh y Camboya demuestran que estas preparaciones, si se adaptan a la edad del niño, son muy bien aceptados entre los 6 y los 23 meses de vida y aportan gran parte de los micronutrientes que necesitan.
Las comidas escolares se consideran cada vez más como oportunidades notables para mejorar la alimentación y nutrición de los niños en muchos países donde sufren de malnutrición. La FAO, junto con socios locales y gobiernos nacionales, ayudó a tres países (Angola, Honduras y Perú) a incorporar el pescado a sus programas nacionales de comedor escolar. Entre las actividades propuestas estaban la inclusión del pescado en las políticas nacionales de alimentación escolar y estrategias y propuestas para que los concursos públicos de suministro incluyan los productos de la pesca artesanal, brindando así a los pequeños pescadores un mercado regular y contribuyendo al desarrollo socioeconómico de la comunidad.
Actividades piloto
El proyecto llevó a cabo varias actividades piloto para evaluar productos derivados del pescado que fuesen aceptables culturalmente y apropiados para la edad escolar y así incorporarlos a los menús escolares, con resultados que demostraron la aceptación general de los platos de pescado entre los colegiales. A pesar del éxito de esta primera aceptación, quedan muchas barreras que superar hasta que el pescado se convierta en ingrediente natural de las comidas escolares en muchos países, como su alto precio, su carácter perecedero, la creencia de que los niños odian el pescado, y la falta de voluntad política.
Las Directrices sobre el derecho a la alimentación instan a los estados a involucrar a todos los interesados en la “formulación, la aplicación, la gestión, el seguimiento y la evaluación de los programas encaminados a incrementar la producción y el consumo de alimentos sanos y nutritivos, especialmente los que son ricos en micronutrientes” y a vigilar “la situación con referencia a la seguridad alimentaria de los grupos vulnerables, especialmente las mujeres, los niños y los ancianos, así como su situación nutricional, en particular la prevalencia de carencias de micronutrientes”. Por otra parte, las Directrices PPE piden a los Estados y demás autoridades que establezcan estrategias congruentes que propicien la seguridad alimentaria y la nutrición, fomentando el consumo de pescado y productos de la pesca en sus programas de educación del consumidor, a fin de visibilizar las virtudes nutricionales de comer pescado.
La Comisión de Pesca en Pequeña Escala, Artesanal y Acuicultura de América Latina y el Caribe (COPPESAALC, anteriormente conocida como Comisión de Pesca Continental y Acuicultura para América Latina) encargó un estudio para analizar el consumo de pescado en la Amazonía brasileña. La importancia del consumo de pescado en la región amazónica quedó destacada en esta investigación, que reveló que el pescado constituye la principal fuente de proteína animal y que su consumo es mucho mayor de lo que reflejan las estadísticas oficiales, que pasan por alto las capturas destinadas al consumo propio. Sin embargo, en otras comunidades indígenas que habitan en mesetas o en áreas alejadas de las cuencas fluviales, se relacionaba el escaso consumo de pescado con graves secuelas de malnutrición y enfermedades. En los años previos al estudio, se había observado una reducción en el consumo de pescado por la disponibilidad de alimentos industriales o transformados en la dieta de las comunidades del Amazonas, con la consiguiente pérdida de valores culturales y tradiciones alimentarias.
Otra preocupación es la alta concentración de mercurio en el pescado local, que supera los límites de consumo saludable. Este fenómeno se achaca a las prospecciones mineras cerca de las comunidades. Está bien documentado que la minería ilegal y la laxitud de las normas aplicables al funcionamiento de las concesiones mineras infringen sistemáticamente los derechos humanos de las comunidades cercanas, como su derecho a la alimentación o a la salud, como ocurre en las tribus de la Amazonía brasileña. Se necesita, por lo tanto, un esfuerzo conjunto del gobierno, los expertos en nutrición y los ecologistas a fin de establecer medidas sostenibles y seguras para las minas de donde procede el mercurio.
En relación con los pueblos indígenas, tanto las Directrices sobre el derecho a la alimentación como las Directrices PPE integran el principio fundamental de no discriminación como uno de los ejes que articulan su aplicación. Por demás, las Directrices sobre el derecho a la alimentación estipulan que los Estados deben prestar especial atención a los pueblos indígenas y tomar medidas para asegurar que los grupos vulnerables puedan acceder a las oportunidades y los recursos económicos.
Consumo de pescado
Como consta en el estudio de caso de las comunidades del Amazonas, las estadísticas oficiales de consumo de pescado subestiman la realidad, porque les cuesta reconocer la importancia de la pesca artesanal en la seguridad alimentaria y la nutrición. El estudio Illuminating hidden harvests (Poner a la luz cultivos ocultos), fruto de la cooperación de investigadores, autoridades y profesionales de la FAO, WorldFish, la Universidad Duke y otros socios nacionales y locales, ha realizado estudios de caso en más de cincuenta países, amén de varios estudios temáticos que analizan la contribución social, económica y de gobernanza de la pesca artesanal, así como su papel en la alimentación y la nutrición.
Los análisis específicos se refieren a la calidad nutricional e idoneidad del pescado como alimento en diferentes cadenas de valor, así como el papel del pescado de la pesca artesanal para la salud y la nutrición de las mujeres y de los niños de corta edad. Se espera que los estudios estén publicados a finales de este año.
Los ejemplos mostrados destacan la vital función del pescado y de la pesca artesanal en la seguridad alimentaria, la nutrición y los medios de vida, sobre todo para grupos vulnerables, a lo largo de toda la vida, empezando por esos primeros mil días y hasta la madurez. Subrayan igualmente la importancia de agregar investigaciones participativas, políticas y prácticas para que la toma de decisiones y la ordenación se basen en evidencias. Esta es una de las conclusiones del Simposio Internacional de la FAO sobre la sostenibilidad de la pesca, con miras a orientar las metas de desarrollo sostenible hacia la seguridad alimentaria, la nutrición y los medios de sustento. La FAO se ha asociado con destacadas universidades para investigar el papel del pescado, especialmente las pequeñas especies pelágicas, en la nutrición y la seguridad alimentaria a fin de darle visibilidad y dar a conocer las últimas pesquisas en este campo.
Reconociendo el potencial del pescado y productos derivados para mejorar la nutrición de las comunidades pesqueras de pequeña escala y de otras comunidades cercanas, la importancia del sector poscosecha para garantizar productos seguros a los consumidores, así como el papel de la mujer en las faenas poscosecha del sector pesquero, la FAO inició un nuevo proyecto bajo el lema de “Empoderar a las mujeres de la pesca en pequeña escala parar lograr sistemas alimentarios sostenibles”, sufragado por la Agencia Noruega de Cooperación Internacional. Está previsto su despliegue entre 2020 y 2024 en cinco países del África subsahariana: Ghana, Malaui, Sierra Leona, Uganda y Tanzania. En el futuro se ampliará hacia Asia. El proyecto se integra en el marco de las Directrices PPE y del Plan de Acción del Gobierno de Noruega sobre sostenibilidad de los sistemas de producción de alimentos, con el fin de empoderar a las mujeres y asociaciones femeninas y mejorar el manejo, la transformación, la conservación, el almacenamiento y el añadido de valor del pescado en los procesos poscosecha, con miras a aumentar el consumo de productos de pescado seguros y ricos en nutrientes, especialmente entre los niños.
Contexto de derechos humanos
A pesar del progreso realizado en estos programas y proyectos, todavía queda mucho por hacer para la FAO, el CSA y sus socios dentro del contexto internacional de derechos humanos. Los que operan a nivel nacional y comunitario también tienen que aportar su granito de arena si quieren contribuir a la realización progresiva del derecho a la alimentación de millones de personas del mundo entero y construir sistemas sostenibles y equitativos de producción alimentaria. El reconocimiento del valor nutricional del pescado en programas y estrategias y la promoción y protección de los productores de pequeña escala son tareas necesarias para hacer realidad el derecho a la alimentación y alcanzar los ODS para 2030.
Toda la familia ayuda a clasificar el pescado en Nigeria. El pescado puede transformarse en productos apetecibles, asequibles y ricos en nutrientes, contribuyendo así a lograr la ingesta recomendada de nutrientes para grupos con vulnerabilidad nutricional.
El derecho humano al alimento se hace realidad cuando las personas, como individuos o como miembros de una comunidad, tienen acceso a alimentos adecuados o medios para obtenerlos.
El reconocimiento del pescado como alimento en el contexto internacional de los derechos humanos, mediante los procedimientos especiales del Consejo de Derechos Humanos de la ONU marca un avance significativo…
El pescado tiene mucho que aportar a una nutrición ideal mediante estos enfoques basados en los primeros mil días, por su perfil nutritivo incomparable.
El reconocimiento del valor nutricional del pescado en programas y estrategias es una tarea necesaria a fin de alcanzar los ODS para 2030
A pesar del progreso realizado en estos programas y proyectos, todavía queda mucho por hacer para la FAO, el CSA y sus socios dentro del contexto internacional de derechos humanos.
Más información
http://www.fao.org/3/a-y7937e.pdf
Directrices voluntarias en apoyo de la realización progresiva del derecho a una alimentación adecuada en el contexto de la seguridad alimentaria nacional
https://www.undp.org/content/undp/en/home/sustainable-development-goals/goal-2-zero-hunger.html
ODS2: Hambre cero
http://www.fao.org/3/ca9229en/ca9229en.pdf
Informe sobre el estado mundial de la pesca y la acuicultura 2020 (SOFIA)
Seguridad alimentaria y nutrición: una nueva narrativa mundial hacia 2030
https://www.researchgate.net/publication/230469691_GOVERNING_AS_GOVERNANCE_-_Editied_by_Jan_Kooiman
Reseña: gobierno como gobernanza