Análisis : PESCA SOSTENIBLE
Que la pesca sea justa
Para que la pesca sea realmente sostenible debe hacerse holística, protegiendo los derechos humanos mediante políticas y normas sociales equitativas
La autora de este artículo es Sadie Beaton (Sadie.beaton@gmail.com), coordinadora de pesca sostenible del Centro de Acción Ecológica de Canadá
Los océanos del planeta son vastos y están llenos de misterio. Aunque a muchos nos gusta comer pescado y contemplar el mar, no tenemos ni idea de lo que ocurre en un pesquero, y mucho menos bajo el agua.
Conocemos mejor los cambios arrastrados por la globalización de la pesca industrial. Por todas partes, caladeros que menguan, comunidades pesqueras que desaparecen, o alimentos que escasean. Al mismo tiempo aumentan los casos documentados de trata de personas, trabajo forzoso y otras prácticas sociales aberrantes en el sector pesquero. Con demasiada frecuencia las iniciativas de “pesca sostenible” cierran los ojos frente a políticas y prácticas injustas que desgastan el tejido social de nuestras comunidades costeras.
Seguir la pista al pescado que comemos hasta conectarlo con las personas que lo capturan no es tarea fácil. El pescado es uno de los recursos más comerciados del mundo, y en su mayor parte discurre...
Análisis : PESCA SOSTENIBLE
Que la pesca sea justa
Para que la pesca sea realmente sostenible debe hacerse holística, protegiendo los derechos humanos mediante políticas y normas sociales equitativas
La autora de este artículo es Sadie Beaton (Sadie.beaton@gmail.com), coordinadora de pesca sostenible del Centro de Acción Ecológica de Canadá
Los océanos del planeta son vastos y están llenos de misterio. Aunque a muchos nos gusta comer pescado y contemplar el mar, no tenemos ni idea de lo que ocurre en un pesquero, y mucho menos bajo el agua.
Conocemos mejor los cambios arrastrados por la globalización de la pesca industrial. Por todas partes, caladeros que menguan, comunidades pesqueras que desaparecen, o alimentos que escasean. Al mismo tiempo aumentan los casos documentados de trata de personas, trabajo forzoso y otras prácticas sociales aberrantes en el sector pesquero. Con demasiada frecuencia las iniciativas de “pesca sostenible” cierran los ojos frente a políticas y prácticas injustas que desgastan el tejido social de nuestras comunidades costeras.
Seguir la pista al pescado que comemos hasta conectarlo con las personas que lo capturan no es tarea fácil. El pescado es uno de los recursos más comerciados del mundo, y en su mayor parte discurre por una cadena de suministro larga y escurridiza. En la última década, en muchas partes del globo ha surgido un movimiento de “pesca sostenible” que pretende dar mayor transparencia a dicha cadena.
Ya sean tableros de puntuación, estrategias de compra, o certificación por agencias externas, estas iniciativas suelen centrarse en los aspectos medioambientales de la sostenibilidad.
Como señala FishWise, “la sostenibilidad de la pesca y los derechos humanos están unidos inextricablemente, no solo desde el punto de vista ético, sino también desde el práctico”. Pero cuando toca mejorar las condiciones sociales y laborales de las comunidades pesqueras participantes en la cadena productiva, por todas partes falta siempre el impulso necesario. De hecho, un sondeo reciente realizado por FishWise revela que las empresas alimentarias apenas conocen las violaciones de derechos humanos cometidas a lo largo de la cadena.
La principal entidad mundial que certifica la sostenibilidad de la pesca, el Consejo de Manejo Marino (MSC en sus siglas en inglés), curiosamente no aplica criterios sociales. Desgraciadamente, esto significa que su famosa marca azul para indicar la “sostenibilidad” puede aparecer en pescado capturado o transformado en condiciones laborales cercanas a la esclavitud. También suscitan dudas algunas desigualdades intrínsecas a la certificación MSC o el coste prohibitivo para los pescadores de obtener y mantener la certificación.
Comercio internacional
Recientemente las organizaciones de normalización del movimiento de “comercio justo” volcaron su atención hacia los alimentos extraídos del mar. Pensado inicialmente para el cultivo de café, el modelo del comercio justo pretende “cambiar la conducta de los productores e intermediarios del comercio internacional estableciendo normas de producción y transacción, como métodos productivos que respeten el medioambiente, edad mínima para trabajar, y pago de precios justos a los productores, así como mecanismos para hacer cumplir estas normas, a fin de mejorar la vida de los productores y sus comunidades”.
La certificación de comercio justo parecería un maridaje perfecto para la pesca artesanal deseosa de dar a sus productos mejores precios y más reconocimiento. Ahora bien, la debilidad de las normas y procesos de certificación del comercio justo causa una preocupación creciente. Como el fomento de la responsabilidad social es bueno para los resultados de las empresas, existe el riesgo de usurpación de la marca. Desgraciadamente, las principales normas sociales y laborales que se preparan actualmente para la certificación de comercio justo en la pesca parecen seguir esta corriente, ceñida a los intereses empresariales y desvinculada de las pequeñas comunidades pesqueras.
Por fortuna, también brotan otros movimientos y herramientas para destacar la equidad y sostenibilidad social en la pesca. El creciente interés por conocer el origen de los alimentos que comemos impulsa las iniciativas a favor del pescado sostenible. Una de ellas, Slow Fish, apunta maneras de cara a lograr pesquerías “de calidad, limpias y justas”. Surgida del movimiento Slow Food en torno a 2005, Slow Fish opera en más de 20 países, buscando con métodos varios “promover la pesca artesanal y la captura de especies olvidadas, así como inspirar una reflexión sobre el estado y el manejo de los recursos marinos”.
Paralelamente, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) ha preparado unas útiles directrices para reconocer y salvaguardar la pesca artesanal. Estas directrices voluntarias se han redactado con una participación considerable de las organizaciones de pescadores artesanales de numerosos países de todo el mundo, incluido Canadá. Instan a todas las naciones, los mercados y la sociedad civil a respetar y proteger los derechos humanos de los pescadores artesanales cuando diseñen e implanten políticas que incidan en las comunidades pesqueras. Se incluyen los derechos asociados al acceso a los alimentos, los caladeros y las poblaciones de peces, al empleo, salario digno y nivel de vida digno, así como el derecho de fundar sindicatos o afiliarse a ellos.
La Red de Pesquerías Comunitarias, con sede en los Estados Unidos, ha creado asimismo unas normas sencillas y elegantes para la sostenibilidad de la pesca. A diferencia de lo que parece estar ocurriendo en el movimiento de comercio justo, estas normas se han elaborado con las comunidades pesqueras, de abajo arriba, con un enfoque holístico que toca tanto los problemas ecológicos como los sociales, económicos o de equidad.
Otras herramientas innovadoras de mercado, como ThisFish, alimentan tendencias más incluyentes. ThisFish es una iniciativa de Ecotrust Canadá y trabaja con las comunidades pesqueras para desarrollar un sistema de trazabilidad que diga claramente al consumidor quién captura el pescado, cómo, dónde, y cómo llega hasta su plato. Recientemente, el Conference Board de Canadá adoptó el concepto de trazabilidad alimentaria como una forma de aumentar la competitividad de la pesca.
Las iniciativas de comercialización directa, por ejemplo las pesquerías de base comunitaria, también generan mercados más equitativos. Según este modelo, inspirado en sistemas similares del sector agrícola, el consumidor se inscribe al comienzo de la temporada de pesca para recibir remesas periódicas de pescado extraído con métodos sostenibles, y puede tratar directamente con las familias que le suministran. Por su parte, las familias pescadoras controlan mejor sus condiciones sociales y económicas, por ejemplo fijando un precio para el pescado que haga viable la pesca artesanal.
Los patrones-armadores de pequeña escala de la costa atlántica del Canadá constituyen el mayor empleador privado del país. A pesar de ello, en un mercado que valora cada vez más la gran pesca industrial, estos puestos de trabajo peligran. El acceso de los pescadores independientes a los recursos está amenazado por el empuje de las cuotas individuales transferibles (CIT).
Los pescadores artesanales van animándose a colaborar entre sí y con otras organizaciones: en Canadá se ha formado recientemente una federación nacional para defender y promover las flotas pesqueras con base comunitaria. Proteger la flota de patrones-armadores del acaparamiento de las CIT es uno de sus objetivos permanentes, como lo es el desarrollo de nuevas iniciativas de comercio y distribución. Se exploran asimismo otras herramientas para el reparto de recursos, como las cuotas comunitarias, los bancos de licencias o las licencias con base comunitaria, a fin de amparar a unas comunidades pesqueras resistentes y socialmente sostenibles.
El pasado mes de octubre, el Centro de Acción Ecológica celebró un seminario de dos días en Halifax bajo el lema de “Crear una cadena de valor sostenible para las pesquerías de pequeña escala del Atlántico canadiense”. Los pescadores, transformadores y distribuidores se reunieron con especialistas de los mercados a fin de explorar nuevas herramientas de comercialización que valoren y premien los métodos sostenibles de captura y apoyen a las flotas de patrones-armadores y a sus comunidades.
En el seminario todos coincidieron en que los sistemas actuales de certificación de la sostenibilidad no capturan toda la gama de valores encarnados en la pesca de pequeña escala con base comunitaria. Se mencionaron algunos valores comunes que podrían reflejarse en una marca o una normativa regional, por ejemplo el precio digno garantizado para el pescador, el mantenimiento de los patrones-armadores independientes, la seguridad de las condiciones de trabajo, el respeto del medio ambiente y la responsabilidad social.
Las normas de sostenibilidad de los alimentos del mar constituyen una herramienta importante y en condiciones ideales animan a la pesca a orientarse hacia prácticas de bajo impacto y con base científica. Sin embargo, el ideal de la pesca auténticamente sostenible exige un enfoque más holístico, que proteja los derechos humanos mediante políticas y normas de equidad social. Para que la pesca sea más justa es necesario no solo crear normas, certificaciones y estrategias sólidas, sino también tender puentes entre las personas que quieren comer pescado y las comunidades que lo producen, con los rostros y las historias que constituyen el tejido social de nuestras pesquerías artesanales. Por no mencionar una gran dosis de colaboración.
Más información
www.ecologyaction.ca/
Centro de Acción Ecológica
www.fishwise.org/
FishWise
www.msc.org/
Consejo de Manejo Marino
/thisfish.info
ThisFishsu