Francia : ORGANIZACIONES
Vista atrás, vista al frente
Los 65 años de historia de un comité local de pescadores profesionales de Francia muestran una apertura hacia los problemas globales del sector
El autor de este artículo es Antoine Fry (antoine_fry@hotmail.com), investigador de la pesca, licenciado por la Universidad de Nantes
“Hombre libre, siempre amarás el mar”— Charles Baudelaire
Aunque en gran medida la cita de Baudelaire puede tener el mismo eco hoy que cuando se escribió a mediados del siglo XIX, lo cierto es que las condiciones de acceso a los mares han cambiado considerablemente desde entonces. En aquel tiempo, los pescadores del Finisterre francés dependían de los grandes bancos de peces pelágicos de carne azul, cuya migración anual provocaba el desplazamiento de la población local hacia Guilvinec y Saint Guénolé. El acceso al mar no tenía más trabas que las causadas por los elementos, que dejaban a los marineros en tierra mucho más que en el momento actual. Hay que reconocer que hoy en día los adelantos modernos permiten a los pescadores zarpar con más frecuencia y por más tiempo y alejarse cada vez más del puerto de origen. En 1947 un arrastrero de la región de Bigouden realizó la primera faena de arrastre en el mar Céltico, comenzando una larga tradición de pesca de altura a la que el puerto de Guilvinec contribuyó como base de operaciones de una numerosas flota de pesca. El acceso libre a un espacio que es casi infinito constituye una esperanza de muy antiguo.
Este artículo intenta describir los 65 años de historia del Comité Local de Pesca y Acuicultura Marina de Guilvinec (CLPMEM en sus siglas en francés), un órgano que representa a la comunidad pescadora de la región de Bigouden. La narración formula una serie de cuestiones con carácter universal en muchos sentidos. A fin de facilitar su comprensión, la dividiremos en fases cronológicas bien diferenciadas. Pero en la complejidad del mundo real, rara vez termina un período antes de que otro haya empezado.
Creado a resultas de un decreto del 14 de agosto de 1945 y en el contexto general de la reconstrucción de la posguerra, el CLPMEM tenía una cierta independencia de acción y de toma de decisiones con respecto al órgano general de ordenación, el Comité Nacional de Pesca y Acuicultura Marina, en París. Se sostenía gracias a un impuesto sobre la venta, fijado por el propio comité local (una tasa ad valorem sobre el valor de venta del pescado en lonja), que otorgaba a esta entidad una cierta estabilidad financiera.
En este primer momento los objetivos marcados consistían en crear y gestionar los servicios colectivos dedicados a la profesión, mejorar la formación en el sector y recabar apoyo social. Los diarios locales nos informaban de los problemas del gremio e informaban al resto del país del órgano que lo representaba a escala local.
El precio del pescado causaba preocupación y los pescadores reclamaban poner fin a los precios regulados. La principal prioridad era abastecer a la región y la regulación de precios se mantuvo hasta 1948 a fin de garantizar una fuente de proteínas asequible.
Libre comercio
La cuestión del libre comercio ocupaba el centro del debate: la importación de caballa de Marruecos, que provocó un desplome de los precios, incitó varias manifestaciones en la capital en 1950. Aun habiendo razones para protestar, el sector se encontraba en fase expansiva, impulsada sobre todo por los adelantos tecnológicos y la modernización de los puertos. El CLPMEM se empleó a fondo en la defensa del sector y poco a poco se ganó la simpatía de los pescadores.
A partir de los años setenta, la atmósfera cambió y surgieron nuevos retos. En primer lugar, el problema de los recursos pesqueros tomó un lugar privilegiado en las prioridades de las autoridades. El movimiento ecologista daba sus primeros pasos a escala internacional y poco a poco cambiaría nuestra forma de ver la ordenación de los recursos, sobre todo en el ámbito pesquero. Estos cambios se materializaron con la implantación de la “Europa Azul” en 1983, después del establecimiento de una Política Pesquera Común (PPC) que abrió paso a medidas como el total admisible de capturas (TAC) y la gestión de los caladeros mediante cuotas.
Hasta ese momento, la Comisión Europea había adoptado varias medidas de carácter técnico, como la regulación de la luz de malla, que desencadenaron huelgas generalizadas en todas las regiones pesqueras en 1976. Sin embargo, según los dirigentes del CLPMEM a la sazón, la construcción europea había generado al principio una enorme esperanza de apertura de los mercados, que permitiría un acceso más amplio a las aguas europeas. Efectivamente, fue la Comunidad Europea (CE, que pasó a llamarse Unión Europea en 1993), la que terminó con la privatización de las aguas nacionales derivada del establecimiento de las zonas económicas exclusivas (ZEE) en los años setenta.
La CE decidió proteger los derechos históricos de pesca en las aguas europeas y crear un espacio común y compartido. A pesar de ello, la imagen de la CE empezó a deteriorarse muy pronto entre los profesionales, a quienes costaba trabajo aceptar en algunos casos medidas que parecían arbitrarias. Ante estos cambios, el CLPMEM apostó por cooperar con los científicos para entender mejor la mecánica de la pesca y adaptar las prácticas consecuentemente.
Junto con el Instituto Francés de Investigación para la Explotación del Mar (IFREMER), el Comité desarrolló un método de arrastre selectivo. Algunos pescadores le reprocharon este acercamiento, que tomaron como algo parecido a una traición, ya que se hacía caso omiso de sus propios conocimientos empíricos. Pero el CLPMEM se mantuvo fiel a sus convicciones: era imprescindible integrarse en el proceso de toma de decisiones a fin de soslayar medidas de recortes inoportunas. Esta filosofía llevó a la creación del Observatorio Económico Marítimo (OBEMAR) en 1983, destinado a recoger datos sobre la pesca y proporcionar una base para el debate con partes interesadas recién llegadas al ámbito marino.
En la tercera fase de su desarrollo, el CLPMEM se abrió al resto del mundo. Se organizaron viajes de estudios a Dinamarca, los Estados Unidos y Japón, para observar sus pesquerías y buscar inspiración de las diversas formas de comercializar y consumir el pescado. Esta apertura se cimentó en la idea de que una visión local de los problemas no llevaba a ninguna parte.
Nuevas actividades
Aunque los mercados son internacionales desde hace tiempo, otros problemas empezaban a atravesar las fronteras o se acercaban a las comunidades pesqueras de todo el mundo. La emergencia de nuevas actividades en la costa constituye un ejemplo: el aumento del nivel de vida en Francia, combinado con la implantación de cuatro, y luego cinco, semanas de vacaciones pagadas atrajo turistas a la costa. Este cambio repercutió tanto en los puertos como en los recursos.
Por una parte, las inversiones se volcaron en la mejora del litoral, y por otra, el turismo trajo consigo el auge de la pesca deportiva. Estos elementos quedan reflejados en las deliberaciones del CLPMEM, que en 1978 lanzaba el lema “una línea, un anzuelo”. Se pretendía de esta manera limitar la captura de especies de pescado blanco de alto valor por parte de los pescadores deportivos. Otro ejemplo de los cambios verificados fue que el CLPMEM se vio obligado a actuar para corregir el problema del tratamiento de los lodos de dragado en los puertos deportivos. A menudo estos residuos se vertían en las zonas de pesca, poniendo en peligro el futuro de los recursos y la calidad del agua.
El primer número del boletín mensual del CLPMEM, lanzado en 1977, (Kealouen ar mor, que significa “Noticias del mar”, en bretón), señalaba estos cambios. Aludía asimismo al establecimiento de zonas protegidas, así como a los problemas económicos de los puertos secundarios. Por un lado, la presión pesquera se intensificaba, y por otro la pesca estaba cada vez más concentrada en unos pocos operadores, reduciéndose así paulatinamente el carácter estructural de esta actividad en la economía regional. Por si esto fuera poco, durante los años setenta, el combustible se transformó en un quebradero de cabeza para la rentabilidad económica de las flotas, sobre todo a partir de la primera crisis del petróleo, en 1973.
Al mismo tiempo, el progreso social continuaba su marcha y el CLPMEM siguió cumpliendo su misión de poner en pie y organizar servicios colectivos (fondo de desempleo en caso de intemperie o el estatuto de la mujer).
El cuarto período del desarrollo del CLPMEM, entre 1980 y 1990, fue una transición de la estabilidad a la crisis. A pesar de los profundos cambios en el contexto de la pesca, el sector se encontraba en una situación económica boyante. La producción aumentó en los años ochenta gracias al progreso tecnológico y al alza de los precios, de manera que los pescadores del sector marítimo disfrutaban de unos ingresos acomodados. En 1985 había 2.000 pescadores, 700 pesqueros y 8.000 puestos de trabajo auxiliares. Los astilleros no daban abasto y proliferaban los trabajos de ampliación de muelles y modernización de lonjas. La producción alcanzó sus niveles más altos en 1985-1986, y después empezó a declinar. A pesar de todo, la estabilidad e incluso el alza de los precios en las lonjas contribuían a mantener el optimismo.
Pero en 1991, la ruptura de este frágil equilibrio entre la disminución del volumen capturado y el aumento de los precios precipitó al sector a una de las crisis más profundas de su historia.
A resultas de un descenso en los aranceles sobre los productos pesqueros, se hizo posible importar enormes cantidades de pescado de Europa oriental. Estas remesas de pescado a precios relativamente bajos (“importaciones torpedo”, como se conocían) echaron por tierra el mercado del pescado capturado en Francia, que no podía competir. Al mismo tiempo se puso en marcha el plan Mellick, consistente en reducir la potencia de la flota francesa a nivel nacional en 100.000 kilovatios, a fin de disminuir el esfuerzo pesquero global de la flota europea. La flota marina de pesca se redujo así de 700 barcos en 1985 a 461 en 1993, acentuando la depresión del sector. En febrero de 1993 se convocó una huelga para salvar al sector pesquero y reclamar la “preferencia comunitaria”. Algunas de las manifestaciones fueron memorables, por ejemplo el saqueo de Rungis, el mercado mayorista nacional de pescado, situado en París, y las protestas masivas en Guilvinec y Quimper. Los pescadores consiguieron una suspensión temporal de sus contribuciones a la seguridad social y el apoyo a las organizaciones de productores, aunque por debajo de lo reivindicado durante las manifestaciones, sobre todo por el CLPMEM. Al mismo tiempo se planteó el problema de la pesca del atún con redes de enmalle de deriva: algunas organizaciones no gubernamentales (ONG) de protección del medioambiente urgían a la Comunidad Europea a prohibir esta actividad.
El sector pasó apuros, pero su contribución al tema del arrastre selectivo demuestra su capacidad de adaptación: baste citar los paños de malla cuadrada que introdujeron algunos pescadores del sector. Este tipo de red permite el escape de los alevines, por ejemplo de merluza, pero retiene las cigalas, la especie buscada por estos pescadores. Sería ilusorio pensar que todos los pescadores aplicaron las técnicas selectivas desde el mismo momento en que se presentaron: en realidad llevó algún tiempo demostrar su eficacia y conseguir su adopción por la mayor parte de la flota. Con esta iniciativa se evitó que se redujese el tamaño de malla para las cigalas.
Desde el año 2000 asistimos a nuevos cambios en el sector, con una proliferación de los problemas medioambientales, que cada vez ocupan mayor espacio en el programa de trabajo del CLPMEM. De acuerdo con las directrices de la comisión medioambiental del Comité, la estrategia de involucrar a los pescadores, desplegada desde hace décadas, sigue sin cambios. Por añadidura, el equipo de administración, formado por personal de la institución y miembros electos, tuvo que enfrentarse a un asunto antiguo que se había vuelto urgente para los pescadores: el precio del combustible. Este problema daría lugar a otras huelgas en 2007, a resultas de la eliminación de un mecanismo de compensación de las subidas en el precio del gasóleo. Aunque se trataba de un mecanismo puesto en pie por el Estado, fue rechazado en las instancias europeas.
En enero de 2004 el sector acusó el golpe del naufragio del MFV Bugaled Breizh, que dio a los pescadores una oportunidad de demostrar su solidaridad con los colegas muertos en circunstancias que siguen envueltas en el misterio.
El CLPMEM se personó como parte civil en la causa, intentando ayudar a las familias a averiguar las causas del accidente.
De manera semejante, en 2005, los pescadores del sector marítimo quisieron responder al tsunami del océano Índico que afectó a las poblaciones costeras del sur y el sureste asiático. El CLPMEM coordinó las operaciones de la flota pesquera marina y quiso comprobar sobre el terreno el destino que se daba en Sri Lanka a la ayuda recolectada por sus miembros y destinada a la reconstrucción de viviendas y embarcaciones.
Puentes solidarios
Esta corriente de solidaridad forma parte de la tradición de apertura hacia el mundo que el CLPMEM comenzó muy al principio de su larga historia y que se plasmó con su adhesión al Colectivo Internacional de Apoyo al Pescador Artesanal (CIAPA) en 1986, a iniciativa de sus representantes. El CIAPA facilita los intercambios entre comunidades pesqueras de todo el mundo, proporcionando una oportunidad para la creación de organizaciones de pescadores. La Asamblea General del Foro Mundial de Pescadores y Trabajadores de la Pesca (WFF) se celebró en octubre del 200 en Loctudy, en el corazón del sector de pesca marítima de Guilvinec.
El programa de trabajo adoptado por el WFF aspira a responder a las inquietudes de los pescadores de todo el mundo. La gestión de los recursos, la función de la mujer en la pesca, o la reconciliación de la pesca, el turismo y las áreas marinas protegidas (AMP) se encuentran entre los temas discutidos.
Las huelgas de 2007-2008 incitaron a las autoridades públicas a entablar una reflexión sobre la gobernanza de la pesca, debate que algunos miembros del sector reclamaban, ya que en su opinión el funcionamiento de algunos órganos de gestión no corresponde a la realidad moderna. Si los primeros pasos dados hacia la reforma estructural del sector dispararon la alarma sobre una posible centralización de la toma de decisiones, en la propuesta final se mantiene margen de maniobra para las instituciones provinciales que se encuentran más cerca del pescador.
Los órganos de representación de la pesca pasan una nueva página de su historia donde consta, dentro de su programa, la presión sobre el espacio, derivada de nuevas preocupaciones como el desarrollo de las energías renovables del mar o el establecimiento de AMP. Los pescadores no se oponen en principio a estos proyectos, pero reclaman únicamente que se tenga en cuenta su existencia económica y espacial. Seguirán colaborando en este sentido con los órganos de toma de decisiones y valorizando los datos recogidos por los profesionales del gremio en torno a las prácticas y las necesidades espaciales de las actividades pesqueras.
Tal vez un día, cuando se analicen los archivos del CLPMEM, entendamos mejor este período de la historia de la pesca en Francia, tan rico en cambios.
MFV Bugaled Breizh
El MFV Bugaled Breizh era un arrastrero de Loctudy, Finisterre, cuyo naufragio, con la muerte de toda la tripulación, el 15 de enero de 2004 sigue siendo un misterio sin resolver. Parece probable que el pesquero fuese hundido por un submarino, pero no se ha podido identificar a ninguno en concreto como causante del accidente, ya que en ese momento se encontraban en el lugar de los hechos varios sumergibles de países diferentes. Fuente: Wikipedia
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Más información
www.leguilvinec.com/public/pages/lequartiermar_leportdepeche.php
Guilvinec: primer distrito marino de Francia
www.comitedespeches-finistere.fr/
Comité Departamental de Pesca