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SAMUDRA Report

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0973-1148
- :
novembre
- :
2004
issue no:39
Canadá / ITQ
¿Pescar por una pensión o por una miseria?
En la pesquería de palometa de la Columbia Británica, las cuotas individuales transferibles favorecen a «los pescadores de sillón», no a los que están en activo
Caroline Butler (cfbutler@citytel.net), estudiante de posgraduado en Antropología de la Universidad de la Columbia Británica y miembro de una familia de pescadores, es la autora de este artículo. Butler lleva trabajando con los pescadores comerciales de Prince Rupert, Columbia Británica, desde 2001
La pesquería de palometa de la costa oeste de América del Norte tiene en su haber una larga historia de reglamentación. La pesquería, desde sus límites meridionales en California y septentrionales en Alaska, ha sido el objeto de reglamentos e investigaciones desde 1923 bajo los auspicios de la Comisión Internacional de Palometa del Pacífico.
En la Columbia Británica la gestión de esta pesquería, que en esencia no era sino una carrera a por la máxima cantidad de capturas, se revisó a finales de los años ochenta. Hasta entonces la pesquería se abría por periodos muy breves (la campaña de 1990 duró tan sólo seis días), funcionaba sin límites de cuota o de artes de pesca y se clausuraba en cuanto se agotaba el Total Admisible de...
Canadá / ITQ
¿Pescar por una pensión o por una miseria?
En la pesquería de palometa de la Columbia Británica, las cuotas individuales transferibles favorecen a «los pescadores de sillón», no a los que están en activo
Caroline Butler (cfbutler@citytel.net), estudiante de posgraduado en Antropología de la Universidad de la Columbia Británica y miembro de una familia de pescadores, es la autora de este artículo. Butler lleva trabajando con los pescadores comerciales de Prince Rupert, Columbia Británica, desde 2001
La pesquería de palometa de la costa oeste de América del Norte tiene en su haber una larga historia de reglamentación. La pesquería, desde sus límites meridionales en California y septentrionales en Alaska, ha sido el objeto de reglamentos e investigaciones desde 1923 bajo los auspicios de la Comisión Internacional de Palometa del Pacífico.
En la Columbia Británica la gestión de esta pesquería, que en esencia no era sino una carrera a por la máxima cantidad de capturas, se revisó a finales de los años ochenta. Hasta entonces la pesquería se abría por periodos muy breves (la campaña de 1990 duró tan sólo seis días), funcionaba sin límites de cuota o de artes de pesca y se clausuraba en cuanto se agotaba el Total Admisible de Captura (TAC).
Esta «carrera a por la mayor cantidad de capturas» durante campañas pesqueras tan cortas planteaba problemas de seguridad, eficacia y sostenibilidad. En 1991 el Departamento Canadiense de Pesca y Océanos (el DFO) puso en marcha un programa para gestionar la pesquería mediante cuotas. Dos años más tardes las cuotas se hicieron transferibles.
Poco después, en 1995, la concepción y posterior aplicación por parte del DFO del programa de cuotas individuales transferibles (ITQ) en la pesquería de palometa de la Colombia Británica se analizaron en dos artículos: «The Effects of Individual Vessel Quotas in the British Columbia Halibut Fishery» (Los efectos de las cuotas individuales por buques en la pesquería de palometa de la Columbia Británica) de Key Casey et al., artículo publicado en Marine Resource Economics 10:211-230, y «Canada’s Pacific Halibut Fishery: A Case Study of an Individual Quota Fishery» (La pesquería canadiense de palometa del Pacífico: un caso de estudio de una pesquería regida por cuotas individuales) de Bruce Turris, artículo aparecido en el volumen Limiting Access to Marine Fisheries: Keeping the Focus on Conservation, editado por Karen Gimbel y publicado por el Center for Marine Conservation en Washington DC. En ambos trabajos la transición de una pesquería del tipo «carrera» a una pesquería regida por cuotas se calificaba de todo un éxito y se examinaban las repercusiones positivas de este cambio para la gestión pesquera. No obstante, ambos artículos se publicaron antes de que se desarrollara el sistema actual de transferibilidad dentro de la pesquería. La transferibilidad se prohibió durante los dos primeros años del programa piloto (en 1991 y 1992) y se limitó durante los años siguientes mediante un sistema de bloques (v. más abajo).
El sistema de arriendo de cuota que en la actualidad domina la pesquería ha tenido efectos negativos especialmente para pescadores jóvenes y para los pescadores que obtuvieron una cuota relativamente pequeña en 1991. Además, varios datos apuntan al impacto ecológico negativo del sistema de ITQ en los recursos que en la pesquería de palometa se capturan de forma accesoria.
El presente artículo se propone actualizar la información de los artículos arriba citados e indicar los efectos que la transferibilidad ha tenido en la pesquería de palometa regida por cuotas. Los datos utilizados se han sacado de las estadísticas del DFO relativas a la pesquería de palometa y del trabajo de campo de carácter etnográfico que la autora realizó durante tres años con pescadores de palometa de Prince Rupert (Columbia Británica).
En los artículos publicados en 1995 la pesquería en su estado previo a la instauración de cuotas se describe como «insegura, sobrecapitalizada y difícil de gestionar». En 1990 la campaña de palometa de la Columbia Británica duró seis días, en contraste con los 60 días que había durado en 1982. Desde que en 1979 se introdujo un número máximo de licencias (fijado en 435 buques) la capacidad pesquera fue aumentando poco a poco mediante la ampliación de las tripulaciones, la incorporación de artes electrónicos, de anzuelos circulares y de cebadores automáticos.
La «carrera pesquera» de los ochenta se califica de «frenética», favorecedora de la pérdida de artes y de vidas. Una vez desembarcadas, las capturas solían congelarse y sus precios en lonja eran relativamente bajos: de 1988 a 1990 el precio medio en lonja de palometa en la Columbia Británica era de 3,8 dólares canadienses/kilo** En aras de una mejor comprensión, los datos en libras del texto original inglés se han pasado a datos en kilos (N. de la T.) (1 dólar canadiense equivale a 0,8054 USD). El TAC de la palometa se sobrepasó en ocho de las diez campañas de los ochenta. Al parecer, lo que más preocupaba al DFO eran los descartes y las capturas accesorias durante la pesquería. Se descartaba mucho rocote a fin de dejar espacio libre en la bodega para la palometa.No obstante, durante la «carrera pesquera» no todos los buques descartaban rocote. Por otro lado, en la actualidad las restricciones de desembarcos de rocote revierten igualmente en el descarte de las capturas accesorias de esta especie durante la pesquería de palometa.
Un estudio sobre los armadores realizado en 1989 reveló que el 77% de los entrevistados (que representaban el 82% de los titulares de licencia) estaban dispuestos a debatir las posibilidades que ofrecía el sistema de gestión por cuotas de cara a la pesquería de palometa. La propuesta final de gestión por cuotas fue apoyada por el 70% de los armadores y rechazada por el sindicato de marineros Deep Sea Fishermen’s Union y las grandes empresas transformadoras.
El TAC de palometa correspondiente a la Columbia Británica se dividió entre los 435 buques que tenían licencias. La adjudicación se basó, en un 70%, en las mejores capturas anuales realizadas en el periodo 1986-1989 y, en un 30%, en la eslora del buque en cuestión. La campaña se alargó hasta los 8 meses, en los que los buques podían faenar a su conveniencia. Funcionarios portuarios comprobaban las capturas en tierra. Su remuneración se recaudaba mediante una tasa por kilo que los pescadores debían abonar. La pesquería se convirtió así en la única pesquería de Norteamérica en la que los pescadores asumían todos los costes de la gestión. Las transferencias permanentes y temporales empezaron dos años después de la introducción de las cuotas.
La mayor duración de la campaña conllevó que los desembarcos estuvieran más repartidos en el tiempo, de manera que el 94% de las capturas se vendían frescas en el mercado. Esta circunstancia incrementó el precio del pescado en lonja en un 55% durante los dos primeros años del programa. La nueva orientación hacia el pescado fresco permitió a las empresas transformadoras más pequeñas aumentar su producción de palometa al no necesitar ya tanto capital. Además, el porcentaje de pescado canadiense desembarcado en puertos estadounidenses también disminuyó.
Por otra parte, la mayor duración de la campaña permitía a los pescadores evitar malas condiciones atmosféricas en el mar. Podían pescar a un ritmo más acompasado y potenciar así la seguridad de la pesquería. El DFO estaba muy satisfecho: los descartes habían dejado de ser un problema y no se perdían tantos artes, con un claro retroceso de los índices de mortalidad provocada por la pesca fantasma.
Cuota transferible
Un estudio sobre los titulares de licencias, efectuado a principios de 1994, recogía las respuestas de 135 entrevistados (el 31%) y revelaba que durante el primer año de la transferibilidad, en 1993, el 70% pescó toda su cuota. El 17% pescó su propia cuota y tomó en arriendo cuota adicional. El 8% cedió en arriendo toda su cuota y el 5% cedió en arriendo la mitad de su cuota.
Asimismo, el estudio señalaba que el 44% de los buques redujeron sus tripulaciones durante los dos años siguientes a la instauración de las cuotas, con una disminución de la ocupación a bordo de pesqueros de un 32%. El 18% de este descenso se atribuía a la reducción del tamaño de las tripulaciones y el 14% a la salida de la pesquería de la tripulación de buques no activos. En aquel momento, el 59% de las «partes» de los marineros aumentaron en pesqueros en los que la tripulación era menor. En los dos artículos citados más arriba también se recogen los cambios introducidos en el cálculo de las «partes» para adaptarlas al valor inherente a la cuota.
Si bien la ocupación a bordo de los pesqueros se redujo en un 25% durante el primer año del programa, parece ser que el total de horas/marinero en el conjunto de la pesquería aumentó. Esta circunstancia no puede percibirse positivamente, ya que la retribución de las tripulaciones que van a la palometa no varía según las horas trabajadas. En realidad, lo que aquí se entrevé es el deterioro progresivo de los ingresos de la tripulación.
Cuando se efectuó el estudio sobre los titulares de licencias la transferibilidad estaba limitada por un sistema por bloques. La cuota asignada inicialmente se dividió en dos partes iguales. Se podían ceder en arriendo dos o tomar en arriendo otras dos adicionales. 74 buques con licencia dejaron de salir a faenar. Los buques con mayores asignaciones de cuota solían tomar en arriendo cuota adicional, lo que denotaba una tendencia hacia la consolidación dentro de la pesquería.
La transformación de la pesquería de palometa ha merecido valoraciones positivas. Sin embargo, estas valoraciones se basan en un estudio que se realizó en una fase temprana del desarrollo de la nueva pesquería y que sólo recogía las opiniones de los armadores con respecto a los cambios de la reglamentación. No tenía en cuenta las experiencias de las tripulaciones, de las que continuaban trabajando y de las que se habían quedado sin cuota, ni anticipaba los enormes efectos de los acuerdos de arriendo de cuotas que acabarían dominando la pesquería.
En los años que siguieron al estudio mencionado se eliminaron las restricciones impuestas a la transferibilidad. Ahora las transferencias de cuotas entre buques pueden ser de cualquier volumen, no deben ajustarse a un cierto porcentaje de la asignación total ni a límites numéricos. La máxima proporción del TAC que un pescador puede poseer o pescar es del 1%. Teniendo en cuenta que el TAC de palometa correspondiente a la Columbia Británica se ha situado en los últimos años alrededor de las 4.530 toneladas, una cuota individual máxima de palometa rondaría las 45,3 t. La eliminación de los límites a la transferibilidad alteró significativamente los índices de participación en la pesquería. El número de buques activos sufrió un notable descenso durante la primera década de funcionamiento de las cuotas. En 2002 todos los desembarcos de palometa fueron obra de 202 licencias activas, de un total de 435 buques con licencia. 221 titulares de licencia cedieron en arriendo su cuota a otros buques. Los titulares de 422 licencias (en 1998 habían sido los titulares de 196) cerraron operaciones de transferencia de cuota. Aproximadamente el 65% del TAC se transfirió temporalmente. A pesar de que las estadísticas del DFO no permitan establecer con exactitud los índices de arrendadores y arrendatarios, según parece el número de titulares de licencias que actuaron como arrendadores y el de los que actuaron como arrendatarios son muy similares.
La estructura del arriendo de las cuotas perjudica a armadores arrendatarios y a casi todas las tripulaciones de los pesqueros que van a la palometa. La cuota suele cederse en arriendo a un precio determinado por kilo antes de que los peces se capturen. Las empresas transformadoras actúan como intermediarias y financian la operación. Los pescadores en activo toman en arriendo varias unidades de cuota (como máximo un 1% del TAC) y las empresas transformadoras pagan a los arrendadores de cuota por adelantado. El precio total del arriendo se convierte en una deuda que el pescador en activo contrae con la empresa transformadora, circunstancia que lo obliga a vender sus capturas a esta misma empresa. Cuando un buque en activo desembarca palometa, el precio del arriendo se deduce del precio en lonja del pescado, junto con las tasas de gestión que forman parte del sistema obligatorio de observancia y convalidación. El monto restante es el verdadero precio que se paga al patrón y a los marineros por su trabajo y los riesgos corridos.
El cálculo medio correspondiente a la campaña de palometa de 2002, según pescadores de palometa entrevistados, sería el siguiente:
• Precio en lonja/kilo 8,45 dólares canadienses
• Precio de arriendo de cuota/kilo 5,18 dólares canadienses
• Tasas de gestión/kilo 0,62 dólares canadienses
• Resto de 2,65 dólares canadienses para los gastos y las partes de la tripulación y del armador
Este cálculo demuestra que en 2002 los beneficios de un participante activo en la pesquería fueron aproximadamente la mitad de la cantidad media desembolsada a un «pescador de sillón» que en 1991 obtuvo cuota o la adquirió en los años sucesivos.
El precio de arriendo por kilo para la cuota de palometa oscila en función de una serie de factores, aunque es difícil identificar cuál es el más determinante. Cada pescador tiene su versión, diferente a las de los demás, sobre la interrelación entre los precios. Los precios de arriendo están ligados a los precios de compra de cuota y a los precios en lonja, que a su vez están relacionados con los precios de compra. Así, se forman interrelaciones recíprocas y circulares. Los siguientes factores inciden o han incidido en los precios de arrendamiento en diversos momentos de la vigencia de la transferibilidad:
1. El precio de arriendo parece estar ligado a los precios en lonja de la palometa y mantiene una relación recíproca con el precio por kilo de compra de cuota de palometa. La subida de los precios en lonja de palometa puede acarrear la subida del precio de arriendo de cuota de palometa durante una campaña concreta. El precio de compra de cuota aumenta debido a los mayores precios de arriendo de cuota. Al mismo tiempo, puede influir en los precios de arriendo previamente al inicio de la campaña obedeciendo a una relación porcentual existente entre el precio de la cuota y el precio de arriendo (v. punto 3).
2. Algunos inversores en cuota persiguen un 10% de beneficios. Un propietario de cuota que haya pagado por ella 55,2 dólares canadienses por kilo quiere conseguir un precio de arriendo de 5,52 dólares por kilo. Este 10% de beneficios revela cómo la cuota se percibe como una inversión parecida a las inversiones en bolsa. Hay un factor de control de los precios de arriendo que establece una cantidad de 2,20 dólares canadienses por kilo para los arrendatarios de cuota en concepto de gastos, partes de la tripulación y del armador. Se trata de una cantidad arbitraria que se ha ido convirtiendo en una especie de base salarial.
3. La financiación por adelantado del arrendamiento de cuota de palometa por parte de las empresas transformadoras ha conllevado un efecto inflacionista en el precio de arriendo.
4. La capacidad de las empresas de pagar los precios de arriendo antes de que se inaugure la campaña ha debilitado la interrelación entre el precio en lonja y el precio de arrendamiento. Por si esto fuera poco, la pugna por el acceso a los desembarcos de palometa anima a las compañías a pagar precios elevados de arrendamiento para asegurarse el suministro de pescado. El coste de las transacciones simplemente se transfiere a los pescadores arrendatarios.
Precio estándar
Durante los primeros años de la vigencia de las cuotas individuales ligadas a los buques no era habitual que los precios en lonja de palometa variaran según la talla. La mayor parte de los transformadores pagaban un precio estándar para todos los ejemplares. No obstante, el precio escalonado para tres tallas de palometa está ahora al orden del día. La palometa se clasifica por el peso: hasta los 18,12 kilos, de 18,12 a 27,18 kilos y de 27,18 o más kilos. Los ejemplares más pesados son los más cotizados. La horquilla de precios puede llegar a los 88,3 céntimos por kilo.
El sistema de arriendo de cuota incita a los pescadores en activo a conseguir los mejores precios y el mayor margen de beneficios posible. De ahí que hagan salidas más largas e intenten capturar ejemplares más grandes que podrán vender a precios más elevados. Sin embargo, la verdad es que no parece que las capturas aumenten en talla. El mayor esfuerzo necesario, las restricciones horarias que impone la coexistencia con otras pesquerías (la del salmón) y las condiciones atmosféricas desfavorables lo impiden.
La cantidad fija de 2,20 dólares canadienses/kilo incide en el precio y la estructura de pago en los periodos de altos precios en lonja. En la campaña de 2003 se registraron precios en lonja para la palometa sumamente elevados por encima del listón de los 11 dólares canadienses/kilo. Algunos propietarios de cuota pusieron su cuota en el mercado a un precio fijo por kilo para los arrendatarios y no a un precio de arriendo fijo. Esta forma de actuar instaló la remuneración de los marineros en niveles relativamente bajos y generó beneficios inesperadamente cuantiosos para los propietarios de cuota.
Por ejemplo, un pescador de Prince Rupert pescó cuota de palometa por 2,42 dólares canadienses por kilo, de forma que el propietario de cuota se embolsó el resto del valor correspondiente a los lucrativos precios en lonja. Aunque este tipo de acuerdos no sean los más comunes, sí que insinúan una tendencia hacia la pesca asalariada. Los propietarios de cuota que establecen un precio fijo por kilo para los arrendatarios exigen además que la cuota se pesque en otoño, cuando los precios son relativamente superiores. Los arrendatarios se ven forzados a faenar en condiciones atmosféricas más duras, echando por tierra la supuesta seguridad comportada por el sistema de cuotas.
Los precios escalonados por tallas y los acuerdos de arriendo «invertidos» (que establecen una tarifa fija por kilo) constituyen un estímulo para que los propietarios de cuota no la cedan en arriendo al inicio de la campaña y especulen en función de la evolución de los precios en lonja y de los precios de arriendo que pagan las empresas.
La competencia entre varias empresas transformadoras por los suministros de palometa otorga todavía más poder a los propietarios de cuota que fijan los precios de arriendo a su conveniencia. Las empresas de transformación actúan como intermediarias en la mayoría de operaciones de arriendo. Acceden a pagar precios más elevados para asegurarse los desembarcos.
Las «partes» de los marineros han ido menguando hasta situarse por debajo del 10% del valor de las capturas (una vez deducido el coste del arriendo de cuota), lo que puede equivaler a no más del 3% del precio en lonja. Así ocurre en la mayoría de los buques, ya pesquen cuota propia o cuota arrendada. Previamente al sistema por cuotas, la «parte» media, que podía variar según acuerdos internos y el tamaño de las tripulaciones, venía a ser del 10% del precio en lonja.
En la segunda parte de los años 90 la mayoría de propietarios de cuota empezaron a cederse la cuota en arriendo a sí mismos. Gracias a esta maniobra podían deducir de los beneficios brutos generados por su cuota el coste del arriendo. De este modo, en muchos buques los marineros perciben una «parte» a razón de menos de 2,20 dólares por kilo independientemente de los porcentajes relativos de cuota propia o arrendada. Así las cosas, para las tripulaciones faenar en un buque con cuota propia o faenar en un buque con cuota arrendada no entraña diferencia alguna. Las empresas pesqueras familiares y los buques con tripulaciones fijas constituyen la excepción a este fenómeno.
Durante los dos primeros años del programa de ITQ el valor de las licencias de palometa casi se duplicó. Es más, el precio de compra de cuota de palometa aumentó vertiginosamente debido a los ingresos regulares que proporcionaba el arriendo de cuota. Los pescadores jubilados pueden ceder su cuota en arriendo de forma vitalicia y con frecuencia sacan así más dinero por kilo que antes, cuando a finales de los ochenta y principios de los noventa vendían sus capturas de palometa. En la práctica el sistema de arriendo ha animado a muchos pescadores a quedarse en casa. Según ellos, ya no les merece la pena trabajar, correr riesgos, desgastar su embarcación, etc. Ceder en arriendo su cuota les sale más rentable que pescarla ellos mismos.
La posibilidad de ceder cuota en arriendo también empuja a los pescadores de edad más avanzada a invertirlo todo en de palometa. En vísperas de la jubilación, venden su licencia de salmón y compran cuota de palometa. De este modo sortean las actuales restricciones fiscales ligadas a la liquidación de bienes pesqueros. Los pescadores pueden vender otra licencia y comprar cuota de palometa sin incurrir en gastos fiscales, mientras que las ventas de bienes pesqueros están gravadas con elevados impuestos. De esta suerte, la cuota de palometa se ha convertido en un plan de pensiones para los pescadores de mayor edad. Tienen muy pocos incentivos económicos para vender su cuota a pescadores más jóvenes.
La adjudicación de cuotas y el sistema de arriendo han originado un vacío generacional en el sector pesquero. Los que pescaban en 1991 percibieron cuota en función de su previa participación en la pesquería. El precio de la cuota de palometa ha crecido desde 0 en 1991 hasta alcanzar cotas de 77,26 dólares canadienses por kilo en 2004. El cálculo del valor añadido de las cuotas inicialmente asignadas no es una tarea fácil: las cuotas individuales fluctúan en el tiempo ya que son un porcentaje del TAC anual. Las cuotas asignadas en 1991 se movían entre los límites de 1.812 a 31.710 kilos, con un volumen medio de 14.949 kilos. Esta cantidad de cuota tiene actualmente un valor de 1.155.000 dólares canadienses al precio de 77,26 dólares canadienses por kilo. Al precio actual de arriendo de 6,18 dólares por kilo, esta cantidad de cuota puede reportar a su dueño unos ingresos anuales de 92.400 dólares canadienses.
Los pescadores más jóvenes, los que no participaban en la pesquería antes de 1991, tienen que comprar o tomar en arriendo cuota a unos precios desorbitados. Por ello deben endeudarse mucho más que las generaciones anteriores de pescadores. Para ellos la adquisición de los medios de producción no sólo equivale a la compra de un buque y de artes de pesca, sino también a enormes inversiones en licencias y cuota. Su capacidad para comprar cuota se ve restringida porque los bancos y otras instituciones crediticias no aceptan cuota o licencias como garantía. Por lo general los pescadores sólo pueden pedir prestado por el valor de su buque. En este panorama, los pescadores que obtuvieron cuota en 1991 lo tienen mucho más fácil para agrandar sus paquetes de cuota que los pescadores jóvenes para entrar en la pesquería. La consolidación de la propiedad de la cuota constituye un motivo de creciente preocupación.
La transición a la gestión por cuotas ha traído consigo cambios muy positivos para la pesquería de palometa de la Columbia Británica: una campaña más prolongada, un sistema de cumplimiento más sencillo, capturas por debajo del TAC y precios en lonja más elevados debido a la nueva orientación hacia el producto fresco. No obstante, estas ventajas podrían haber sido el fruto de otros instrumentos de gestión diferentes a las cuotas individuales.
Por otra parte, varias entrevistas con marineros y armadores jóvenes de la pesquería de palometa de la Columbia Británica revelan que el sistema de transferibilidad los ha perjudicado.
Un valor mayor
Los pescadores que obtuvieron cuota en 1991 han visto cómo el valor de su cuota crecía sin parar. El sistema actual les permite ceder su cuota en arriendo por más del 50% del precio en lonja del pescado. El sistema ha conferido a los propietarios de cuota un mayor control de los precios de arriendo, los ha incentivado a no pescar y a no vender su cuota.
La participación en la pesquería ha descendido a la mitad. El 50% de los buques ceden en arriendo su cuota y sus armadores se han convertido en «pescadores de sillón». La ocupación a bordo de los buques y la retribución de las tripulaciones se han contraído como consecuencia de la disminución de los índices de participación y de la estructura de los arriendos.
Los armadores que no obtuvieron cuota en 1991 deben comprar cuota o tomarla en arriendo para poder participar en la pesquería. Muchos indican que con la cuota arrendada ganan demasiado poco para poder adquirir cuota propia. Así, los arrendatarios de cuota no pueden acumular capital suficiente para comprar medios de producción, de manera que el sistema de arriendo se perpetúa indefinidamente. La inversión de la estructura de arrendamiento, con el paso de tarifas planas para el arrendador a tarifas planas para el arrendatario durante periodos de altos precios en lonja para la palometa, insinúa una tendencia hacia un sistema parecido al sistema salarial.
En resumidas cuentas, los beneficios del sistema por cuotas se han concentrado en los 435 propietarios de licencia que participaban en la pesquería cuando se introdujo la gestión por cuotas y que obtuvieron parte de la cuota entonces adjudicada. Por contra, el cambio y el posterior desarrollo del sistema de arrendamiento ha perjudicado a los marineros y a las generaciones más jóvenes de pescadores.