Punto de Vista / PESCADORES ARTESANALES
Dejar de ser cazadores y comenzar a cosechar
A no ser que el actual sector pesquero cambie de orientación de la caza hacia la cosecha, la pesca a nivel mundial puede ser responsable de nuevas especies en peligro de extinción
Este trabajo ha sido escrito por Brian O’Riordan, Consultor en Pesquería de itdg. Rugby, Reino Unido.
¿A qué parte del mundo se pueden estar encaminando nuestros preciados recursos pesqueros? Este no es un pensamiento vano, y para comprobarlo sólo dirijan la mirada hacia lo que está ocurriendo en la actualidad:
• graves conflictos en alta mar entre pescadores españoles, franceses e ingleses
• noticias sobre “batallas por la pesca” manifestándose a nivel mundial
• informes desoladores acerca de la situación de la pesca en el mundo
Con todo esto ¿puede uno dejar de preguntarse si la pesca no está siguiendo el mismo camino que otras culturas de cazadores? ¿Estarán siendo los pescadores condenados a cumplir un rol similar al de los indios norteamericanos, cuándo sus llanuras dejaron de estar pobladas de búfalos?
Parece ser que los pescadores artesanales, al igual que los indios norteamericanos fueron capaces de asegurar bastante bien su subsistencia a través de los recursos...
Punto de Vista / PESCADORES ARTESANALES
Dejar de ser cazadores y comenzar a cosechar
A no ser que el actual sector pesquero cambie de orientación de la caza hacia la cosecha, la pesca a nivel mundial puede ser responsable de nuevas especies en peligro de extinción
Este trabajo ha sido escrito por Brian O’Riordan, Consultor en Pesquería de itdg. Rugby, Reino Unido.
¿A qué parte del mundo se pueden estar encaminando nuestros preciados recursos pesqueros? Este no es un pensamiento vano, y para comprobarlo sólo dirijan la mirada hacia lo que está ocurriendo en la actualidad:
• graves conflictos en alta mar entre pescadores españoles, franceses e ingleses
• noticias sobre “batallas por la pesca” manifestándose a nivel mundial
• informes desoladores acerca de la situación de la pesca en el mundo
Con todo esto ¿puede uno dejar de preguntarse si la pesca no está siguiendo el mismo camino que otras culturas de cazadores? ¿Estarán siendo los pescadores condenados a cumplir un rol similar al de los indios norteamericanos, cuándo sus llanuras dejaron de estar pobladas de búfalos?
Parece ser que los pescadores artesanales, al igual que los indios norteamericanos fueron capaces de asegurar bastante bien su subsistencia a través de los recursos pesqueros hasta el advenimiento de la tecnología moderna. Al igual que los cazadores que con sus rifles y pistolas diezmaron las manadas de búfalos que erraban por las praderas, la introducción de la altamente eficiente tecnología moderna está simplemente arrasando en forma indiscriminada toda vida marina, cazando sin dejar libre ni el último banco de peces.
Para millones de personas a nivel mundial, la pesca y la tradición pesquera han sido el modo de vida que les ha permitido mantenerse a través de los siglos. Sin embargo, las comunidades de pescadores, al igual que los recursos pesqueros que les aseguraban su subsistencia, están pasando rápidamente a ser considerados como especies en peligro de extinción. ¿Qué lección podemos rescatar de la experiencia pasada que nos permita manejar nuestra pesca de manera tal que no nos lleve a su destrucción? ¿Cómo podemos hacer para que la producción de pescado se adecue a las demandas de una población mundial en crecimiento, permitiendo a la vez la supervivencia de los pescadores artesanales?
Se pueden citar muchos ejemplos de estrategias de “pesca de crianza” utilizadas por los pescadores artesanales a nivel mundial como una opción de manejo de los recursos. Estas se basan en el concepto de la pesca como una actividad de cosecha, reconociendo el tiempo requerido para que los stocks se renueven y la necesidad de conservar la diversidad de las especies.
Tradicionalmente, las estrategias de crianza de las especies pesqueras involucran el uso de una variedad de técnicas pasivas, selectivas y que requieren de mínimos niveles de energía para hacer posible la captura estacional de las distintas especies. Tales prácticas tienen como objetivo un uso sustentable de los recursos pesqueros.
Se maximiza el uso de los recursos para asegurar beneficios en el presente sin poner en peligro el potencial para rendimientos similares en el futuro. Estas estrategias de manejo permiten salvaguardar los tradicionales sistemas de subsistencia y asegurar el abastecimiento de alimentos a la localidad. La pesca costera es manejada a nivel comunal a través de instituciones creadas por la propia comunidad.
Ejemplos de tecnologías tradicionales utilizadas para estos sistemas de “pesca de crianza” incluyen anzuelo y cordel y simples redes. La eficiencia se mide en términos de eficiencia ecológica. La tecnología es utilizada para explotar óptimamente el medio ambiente. Los análisis de costo-beneficio incluyen los costos de la sobre-explotación en el medio ambiente y la degradación de los recursos.
Pesca de captura
Por otro lado, las estrategias de “pesca de captura” perciben la pesca como una actividad de caza, dónde el rango es el libre acceso a los recursos pesqueros de uso común. Con este criterio, se produce una situación de libertad plena en la utilización de los recursos, donde la responsabilidad por el manejo de los recursos se halla mal definida.
Esto lleva a la clásica “tragedia de los bienes de libre disponibilidad” donde todo lo que es dejado por un individuo puede ser tomado por otro. De otro lado, la transferencia de tecnología y de capitales foráneos viene acompañada de intereses que no entienden o no les preocupa la protección del ecosistema pesquero.
La pesca de captura, tiende a requerir un uso intensivo de capital y de energía y a no ser selectiva. Guiada por la obtención de ganancias a corto plazo, este tipo de estrategias depredan muy rápidamente los recursos pesqueros. Ejemplos de técnicas de pesca no selectiva incluyen las redes arrastreras y las redes de deriva más conocidas como las “paredes de la muerte”.
En la pesca de captura, la eficiencia se mide en términos de eficiencia tecnológica, esto es, en relación al volumen de captura que puede ser obtenido por cada intento o por unidad de esfuerzo. La eficiencia económica representa maximizar la obtención de ganancias a corto plazo. Esto alienta la inversión intensiva de capital con los consecuentes costos sociales y medio ambientales.
Si todos los costos sociales y ecológicos tuvieran que ser cubiertos por las compañías pesqueras, las más modernas prácticas de pesca resultarían anti-económicas.
Desde un punto de vista puramente económico, tendría más sentido “acabar” con la pesca, extrayendo de modo definitivo todos los recursos, invertir las ganancias obtenidas en otro lugar y retirarnos. La “pesca de crianza” sólo tiene sentido si los medios de subsistencia dependen de los recursos y si lo que se quiere es transmitir esa herencia a las futuras generaciones.
Los científicos bien intencionados y los políticos afincados en tierra evidentemente están haciendo todo lo que pueden; sin embargo, sus simplificados sistemas “científicos” de manejo y sus modelos de pesca basados en estrategias para una sola especie y en la aplicación de sistemas de asignación de cuotas, a pesar de resultar increíblemente complejos simplemente no funcionan.
¿Por qué? Porque no consideran la compleja interacción de factores biológicos, climáticos, meteorológicos y físicos que hacen posible que se pueda contar con un recurso pesquero. Reduciéndose a lo absurdo de considerar si privatizan o rematan extensiones de los mares, las suposiciones simplistas de los sistemas clásicos de manejo pesquero no fueron capaces de predecir el complejo comportamiento de los peces.
Por un lado, el océano no es un gran continuum de especies pesqueras de predecible variabilidad. Se requiere que el manejo de la pesca sea puesto nuevamente en manos de quienes conocen de pesca y cuya subsistencia depende de ella los propios pescadores.
En tiempos pasados, los pescadores vascos poseían los botes en propiedad común. Los capitanes se reunían cada vez que el tiempo era incierto para decidir si era conveniente que la gente saliera a pescar. De esa manera, ningún individuo arriesgaba la vida de su tripulación o de cualquiera que lo siguiera para hacerse a la mar. La decisión de pescar o no se tomaba a nivel de la comunidad.
En el Reino Unido, mucha de la pesca costera es manejada a través de las Comisiones de Pesca Marítima (SFCs). Su jurisdicción actualmente se extiende a seis millas, pero es probable que ésta se amplíe y que los poderes de las SFCs igualmente se incrementen a través de la Directiva del Medio Ambiente de la ue.
Por medio de regulaciones se designarán áreas especiales de conservación, diseñadas para proteger importantes hábitats en tierra y en las áreas costeras tanto en las llanuras mareales como mar adentro.
Conocimiento local
El rol de las SFCs garantizará un equilibrio entre las políticas ambientalistas locales con relación a los recursos marinos y a las necesidades de los pescadores costeros. Como señala Michael Jack, Ministro de Pesquería del Reino Unido “el conocimiento que ellos tienen de su medio ambiente resulta invalorable en el diseño de las estrategias de manejo”
En muchos países del mundo, el conocimiento del medio ambiente y los sistemas tradicionales de vida están empezando a recibir el respecto que merecen. Es más, el Capítulo de los Océanos de la Agenda 21 de la Conferencia de Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo llevada a cabo en Río de Janeiro el año 1992, formalizó “el compromiso de tomar en cuenta el conocimiento tradicional y los intereses de los pescadores locales a pequeña escala así como de las poblaciones indígenas”.
Un estudio realizado por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) concluyó que en el año 1989 para obtener US$ 70 millones como producto de la pesca en alta mar, le había costado al mundo US$ 92 millones, generándose una pérdida de US$ 22 millones en gastos de operación. Los costos reales de la pesca en alta mar fueron ya sea subsidiados o cargados a la tripulación y al medio ambiente.
Entonces, ¿cuáles son las opciones ante las perspectivas tan desoladoras que actualmente enfrentamos?. Es claro que no existe una receta única para resolver el problema. Una salida deberá ser valerse del profundo conocimiento y del interés que las comunidades pesqueras tienen en el manejo de los recursos pesqueros a nivel comunal, al amparo de la constitución y con el pleno respaldo de la ley.
El concepto y la práctica de “manejo compartido” está recibiendo cada vez mayor atención a nivel internacional. La privatización irrestricta evidentemente no parece ser la solución. Rematar sendas porciones de mar a los intereses comerciales es un poco como subastar las concesionas forestales a las compañías madereras.
Los resultados son predecibles. Sólo se necesita dirigir la mirada a la experiencia de Canadá y al colapso de la pesca del bacalao en Newfoundland, para tomar conciencia de la catástrofe que puede resultar de una privatización de esta naturaleza. A la flota pesquera canadiense que realizaba operaciones dentro de sus aguas territoriales y que a su vez estaba controlada por dos grandes corporaciones se le asignó la mitad de los recursos de las especies de fondo. La propiedad de los recursos pesqueros por las grandes corporaciones ha conducido a uno de los peores desastres que se haya registrado a nivel mundial en la pesca y ha ocasionado que se pierda uno de los recursos pesqueros más productivos que el mundo haya jamás conocido.
A consecuencia del colapso de los stocks de bacalao en el Atlántico Occidental, por lo menos a 40,000 personas quedaron sin empleo y se destruyó el recurso pesquero del cual por tiempos inmemoriales dependían las comunidades locales al igual que las comunidades europeas desde hace más de 400 años. Debido a ello, se decretó una moratoria para la pesca del bacalao del norte, la misma que fue anunciada en 1992. Esta pretendía ser una medida temporal pero puede permanecer en vigencia hasta el año 2,000.
Por lo tanto, si la pesca ha de sobrevivir debemos dirigir la mirada hacia el futuro. No existe razón para que ello signifique destruir toda la tecnología moderna en señal de protesta o limitarnos a utilizar la tecnología y los métodos primitivos. Es simplemente una cuestión de establecer prioridades y estrategias de desarrollo.
Por medio de la selectividad podemos obtener niveles óptimos de captura en el presente y asegurar una corriente similar de recursos pesqueros en el futuro. El reto es, desarrollar tecnologías que sean eficientes desde el punto de vista ecológico, así como desde una perspectiva técnica y económica; fomentar el uso de herramientas económicas que puedan hacer posible analizar los costos sociales y ecológicos, e impulsar sistemas de manejo que asignen los derechos de propiedad a un grupo específico de productores de base comunal.
Las opciones son simples y categóricas. O acabamos con nuestros recursos pesqueros, utilizando lo último y más sofisticado en tecnología, dejando de lado los análisis de costo-beneficio y no reservando nada para el futuro, o podemos dejar de ser cazadores y optar por dedicarnos a cosechar, desarrollando tecnologías ecológicamente eficientes.
¿Serán los búfalos del mañana?
Recordemos, que los búfalos pasaron a ser especies en peligro de extinción sólo cuando las instituciones tradicionales se vieron desarticuladas y las fuerzas de mercados distantes empezaron a determinar el destino del recurso. En la actualidad, lo mismo puede decirse de los recursos pesqueros.
¿No creen que es tiempo que cambiemos de la caza hacia la cosecha de peces?